Tony Evans: ‘Pero yo y mi casa’

Quiero dirigirme específicamente a los hombres en este Día del Padre sobre lo que llamo «La declaración de un hombre del Reino de los cielos». Un hombre del Reino es quien ha tomado la decisión de actuar consistentemente bajo el gobierno de Dios y el señorío de Jesucristo.  

Vivimos en una era donde hay que tomar decisiones. Cuando observas lo que está ocurriendo a nuestro alrededor: el caos, la confusión, la falta de claridad y las voces que nos llegan desde todas las direcciones, te das cuenta de que es hora de que los hombres tomen una decisión. Isaías 3:25 deja claro que cuando los hombres no eligen correctamente, se vuelven débiles y caen «a filo de espada».

Por eso me encantan dos versículos del capítulo 24 de Josué, donde él hace una declaración: «Ahora pues, teman al Señor. Sírvanle con integridad y con fidelidad. Quiten de en medio los dioses a los cuales sirvieron sus padres al otro lado del Río y en Egipto, y sirvan al Señor. Pero si les parece mal servir al Señor, escojan hoy a quién sirvan: si a los dioses a los cuales servían sus padres cuando estaban al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitan. Pero yo y mi casa serviremos al Señor» (Josué 24:14-15, RVA2015).

«Un hombre del Reino acepta su responsabilidad delante de Dios. Es un hombre bajo autoridad y por eso tiene autoridad. No es una persona autónoma que flota en el país de nunca jamás».

A Josué le preocupaba que el pueblo que había salido de Egipto todavía tenía un poco de Egipto por dentro. Ese legado que aún llevaban a cuestas los haría propensos a querer recibir los beneficios de las promesas de Dios sin la sumisión y el servicio a Él. 

Veamos la declaración de Josué. En primer lugar, es una declaración personal. Dice: «Pero yo». Esta decisión no la puede tomar otra persona por ti como padre, como hombre o como esposo. Tienes que tomar la decisión por ti mismo. Tienes que decidir: «Así es como hago las cosas. Esto es lo que creo. Soy, ante todo, un seguidor de Jesucristo. Mi primera lealtad es hacia el Dios de la Biblia, su camino, su Palabra, su sabiduría y su voluntad». «Pero yo».

Luego Josué lo amplía: «Y mi casa». Al hacerlo, asume la responsabilidad de su familia. No les pregunta: «¿Están de acuerdo conmigo?». No, él hace una declaración. ¿Por qué? Porque en la Biblia, el padre era considerado responsable delante de Dios de la dirección de su familia. «Yo soy el Dios de Abraham, Isaac y Jacob», dice la Biblia. Él nunca dice: «Yo soy el Dios de Sara, Rebeca y Raquel». No porque las mujeres no tengan pensamiento crítico y estratégico: definitivamente lo tienen. Sin embargo, el que tenía que rendir cuentas y ser responsable era el hombre.

Un hombre del Reino acepta su responsabilidad delante de Dios. Es un hombre bajo autoridad y por eso tiene autoridad. No es una persona autónoma que flota en el país de nunca jamás. Dice: «Pero yo y mi casa». 

¿Le has hecho esa declaración a tu esposa y a tus hijos? ¿No solo de palabra, sino visiblemente? ¿Tu esposa tiene que despertarte para ir a la iglesia, porque tú preferirías dormir hasta tarde y enviarla a ella con los niños? Eso significa que no estás siendo responsable del liderazgo espiritual. ¿Tiene ella que dirigir siempre la oración y las devociones? Tal vez piensas: «Pero ella sabe más que yo». Eso no tiene nada que ver con el liderazgo. 

El liderazgo tiene que ver con la posición que tomas y el puesto que ocupas, de modo que digas claramente: «Yo represento a Dios cubriendo esta casa». Si un hombre no deja que Dios lo cubra, no podrá cubrir adecuadamente a sus seres queridos».

Observa también que Josué dijo: «Pero yo y mi casa». Él no dijo: «Pero yo y mi vecindario». Los vecinos no controlan lo que ocurre en esta casa. Los amigos de la escuela tampoco lo controlan. Nuestros hijos llegaban a menudo a casa y decían: «Pero mi amigo dijo…». 

«Espera, espera», respondía yo. «Si lo que tus amigos quieren decir y pensar no está de acuerdo con Dios, déjame guiarte con amor y amabilidad, no con hostilidad, sino con claridad: pero yo y mi casa no tomamos ese camino, no hacemos esas cosas. En esta casa no maldecimos porque ésta es la casa de Dios. En esta casa no permitimos esas cosas. En esta casa representamos a Dios». ¿Por qué? Porque en esta familia queremos que Dios nos cubra. 

Finalmente, Josué hizo pública su declaración. Estaba decidido a servir al Señor, aun cuando no sabía lo que iban a hacer los demás. Dijo: «Si les parece mal servir al Señor, escojan hoy a quién sirvan…», pero déjenme decirles lo que yo voy a hacer. 

«Necesitamos hombres con cierta fortaleza espiritual, que se amen a sí mismos como es debido, que amen a sus familias y que amen al mundo en el que viven, pero que tengan profundamente claro… “pero yo y mi casa serviremos al Señor”».

Necesitamos hombres con cierta fortaleza espiritual, que se amen a sí mismos como es debido, que amen a sus familias y que amen al mundo en el que viven, pero que tengan profundamente claro que: «Puede que no quieran ir a donde yo voy. Puede que mi raza no quiera ir a donde yo voy. Puede que mi cultura no quiera ir a donde yo voy. Pero déjenme decirles a dónde iré yo, estén o no de acuerdo conmigo. “Pero yo y mi casa serviremos al Señor”».

Necesitamos que los hombres hagan pública su fe cristiana. Tenemos ante nosotros grandes problemas, y la mejor manera de resolverlos es que los hombres de Dios ocupen su lugar y hablen de lo que Él dice sobre cómo nos relacionamos con otras personas, así como sobre la injusticia racial, el orden, la sanación de las heridas y el papel del gobierno. Porque, ¿adivina qué? Dios tiene algo que decir sobre todo esto. No ha dejado ninguna cuestión con la que estemos luchando fuera de su iluminación divina. Necesitamos hombres que, con amor y cariño, hagan lo que todo buen mariscal de campo tiene que hacer: estar dispuestos a recibir un golpe. 

Verás, hay una cultura allá afuera que no quiere que los hombres de Dios tengan éxito. Ellos desprecian cualquier marco de referencia bíblico y desprecian el punto de vista de Dios. Un mariscal de campo tiene que entender que, aunque nuestro objetivo es avanzar, habrá resistencia. Y por eso necesitas a Dios: para ti, para tu familia y para marcar la diferencia en cuanto a la sanidad, la unidad, la justicia y la rectitud en un mundo roto.  

Josué consiguió que el pueblo hiciera un pacto. Lo vemos en Josué 24:25. Tal vez hayas tomado malas decisiones con respecto a tu propia vida y dirección. Tal vez te has alejado de tu papel como esposo y padre, y haz fracasado. Pues tengo buenas noticias para ti. Dios te ofrece la renovación de su pacto. Él le brinda a los hombres la oportunidad de volver a alinearse con Él. Acudes a Dios en arrepentimiento. Dices: «Dios, he fallado como esposo. He fallado como padre. He fallado como hombre. Pero hoy, yo (en cualquier nivel que me sea posible según mi situación) y mi casa serviremos al Señor. Y me aseguraré de hacerlo público, de tal forma que la gente sepa que soy un seguidor de Jesucristo».  

Ese es el tipo de hombres y padres que Dios busca. 

©2022 The Urban Alternative 

Adaptado y traducido con permiso de un sermón predicado en inglés por Tony Evans en la iglesia Oak Cliff Bible Fellowship de Dallas el Día del Padre de 2020.

Tony Evans es el pastor principal de Oak Cliff Bible Fellowship y fundador y presidente de The Urban Alternative.

Foto: Cortesía de Tony Evans

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