Lectura bíblica: Hebreos 13:9-16
Si estuvieras comprando un auto nuevo, probablemente buscarías algo bien construido, en el rango de precio correcto y con un motor confiable. Si estuvieras leyendo una novela, probablemente buscarías una buena trama, un clímax convincente y una buena caracterización de los personajes. Si estuvieras pensando en comprar una casa nueva, tal vez buscarías una buena ubicación, así como el tamaño, la calidad y el precio que deseas. En casi todo en la vida, hay características que hacen que algo sea realmente «bueno».
Del mismo modo, en nuestro caminar cristiano hay marcas buenas que identifican a aquellos que siguen a Cristo. Muchos pueden decirse cristianos, pero Hebreos 13:9-16 habla de las características que siguen al verdadero seguidor de Cristo. Al examinar estos rasgos, también debemos revisar nuestro propio caminar y ver si estamos viviendo a la altura de nuestro llamado.
Estar en guardia contra las falsas doctrinas (v. 9): Las falsas doctrinas y las enseñanzas extrañas debilitan nuestro fundamento cristiano, haciendo que desviemos nuestra atención de la gracia de Dios. En vez de eso, empezamos a enfocarnos en lo que el hombre puede hacer por ganarse el derecho de estar delante de Dios. Necesitamos recordar que solo el sacrificio de Jesús y su sangre derramada en la Cruz es lo que permite que la gracia de Dios caiga sobre nosotros.
En 2 Reyes 4:38-41 se cuenta una historia interesante sobre una ocasión en la que el ayudante de Eliseo preparó un guiso. Uno de los profetas salió al campo a reunir frutas silvestres y las mezclaron dentro de la olla. Al servirlo, los profetas lo probaron y «gritaron y dijeron: “¡Hombre de Dios, esto es veneno! Así que no pudieron comer”». Eliseo entonces añadió harina, y el guiso se volvió seguro para comer.
Así como un fruto malo envenenó el guiso, a nivel espiritual, podemos dejar que pequeños pecados o falsas enseñanzas se cuelen, y no darnos cuenta de lo venenoso que puede llegar a ser. Como seguidores de Cristo, debemos estar siempre en guardia y anclarnos en la Palabra de Dios.
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Llevar la deshonra de Cristo (v. 13): Necesitamos asociarnos con Cristo y nunca avergonzarnos de Él. Al llevar su deshonra, nos unimos a Jesús en su sufrimiento. No debemos escandalizarnos de que el mundo decida injuriarnos. Juan 15:18 dice: «Si el mundo los aborrece, tengan presente que antes que a ustedes, me aborreció a mí». Dios nos llamó a ser obedientes, no populares. Debemos recordar que nuestra meta final es agradar a nuestro Padre Celestial.
Buscar las cosas del cielo (v. 14): Nuestra vista debe estar en lo eterno y no en las arenas movedizas de esta tierra. Debemos buscar «primero el reino de Dios y su justicia…» (Mateo 6:33). Si nos centramos en asuntos mundanos, es mucho más probable que adoptemos una perspectiva del mundo que adopte las formas de esta época presente y vaya en contra de nuestro llamado como seguidores de Jesús.
Alabar a Dios continuamente (v. 15): Cuando alabamos a Dios continuamente, somos atraídos hacia Él. Santiago 4:8 dice: «Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes». Debemos hacer de Dios nuestro verdadero centro de atención y alabarlo. Cuando lo hagamos, todas las luchas de esta vida —las decepciones, las mentiras, los temores, las tentaciones y el quebrantamiento— desaparecerán.
Continuar haciendo el bien y dando sacrificialmente (v. 16): Este mundo es incapaz de satisfacer las necesidades más serias de la gente, puesto que esas necesidades son espirituales. Por lo tanto, debemos hacer el bien continuamente (tanto física como espiritualmente) y estar dispuestos a sacrificarnos por el bien de los demás, en el nombre del Señor.
Recordemos la historia de 1 Crónicas 21. En ella, David es instruido a que «… construya un altar para el Señor en la parcela de Ornán el jebuseo» (v. 18). Cuando David se acerca a él, Ornán se ofrece a darle a David ese lugar y mucho más de forma gratuita. «Pero el rey David le respondió a Ornán: “Eso no puede ser. No tomaré lo que es tuyo para dárselo al Señor, ni le ofreceré un holocausto que nada me cueste. Te lo compraré todo por su verdadero precio”» (v. 24).
Por definición, el sacrificio debe tener un costo. Que nuestra oración sea ser hallados sirviéndole fielmente y dando sacrificialmente lo que tenemos por el bien del Reino de Dios.
Amigos míos, manténganse en guardia contra las falsas enseñanzas, afirmen su alianza con Cristo, busquen las cosas del Cielo, alábenlo y, en servicio a Él, sirvan a los demás. Si eres es un seguidor maduro y creciente de Jesús, estas cinco características deberían fluir automáticamente.
Sin embargo, si te encuentras luchando en estas áreas, humildemente preséntalas delante de Dios y pídele que cambie tu corazón. Concentra tu mirada en Él por medio de la oración y la Palabra. Busca ser intencional en caminar de la mano de Cristo. Te prometo que Él cambiará tu corazón y tu vida.
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Lectura Bíblica: Hebreos 13:9-16, NVI
9 No se dejen llevar por ninguna clase de enseñanzas extrañas. Conviene que el corazón sea fortalecido por la gracia, y no por alimentos rituales que de nada aprovechan a quienes los comen.
10 Nosotros tenemos un altar del cual no tienen derecho a comer los que ofician en el tabernáculo.
11 Porque el sumo sacerdote introduce la sangre de los animales en el Lugar Santísimo como sacrificio por el pecado, pero los cuerpos de esos animales se queman fuera del campamento.
12 Por eso también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, sufrió fuera de la puerta de la ciudad.
13 Por lo tanto, salgamos a su encuentro fuera del campamento, llevando la deshonra que él llevó,
14 pues aquí no tenemos una ciudad permanente, sino que buscamos la ciudad venidera.
15 Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre.
16 No se olviden de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen, porque esos son los sacrificios que agradan a Dios.