El 25 de abril de 2021, la vida de nuestra familia cambió repentina, dramática y profundamente. En cuestión de unas horas, nuestro único hijo, Christopher, murió de COVID-19. Al enterarme de la noticia, salí corriendo de nuestro culto dominical en la Iglesia del Calvario, en Charlotte, Carolina del Norte, donde estaba predicando. A poca distancia de la iglesia, me hallé a mí mismo en un hospital, de pie junto a mi hijo muerto, experimentando una profundidad de emociones que nunca antes había experimentado.
Al mirar a mi hijo, vi el tatuaje en su muñeca: Isaías 41:10. «Así que no temas, porque yo estoy contigo». De pequeño, Christopher había puesto su fe en el Señor Jesucristo. Años más tarde, se tatuó ese versículo en la muñeca para recordar que, independientemente de las circunstancias de su vida, el Señor estaba con él.
En mi indescriptible dolor por el repentino fallecimiento de mi hijo, recordé esta gloriosa promesa de nuestro Dios eterno a su pueblo. Él no es un Dios remoto o distante, sino un Dios que está «con nosotros». Esta promesa de la presencia constante del Señor nos ha sostenido a mi esposa y a mí en nuestro dolor y devastación.
El Antiguo Testamento nos recuerda repetidamente que Dios está con su pueblo. Tras la muerte de Moisés, Josué se enfrentó a la aterradora responsabilidad de guiar a los israelitas hacia la Tierra Prometida, que en ese momento estaba llena de tribus paganas. La promesa para Josué fue: «¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas» (Josué 1:9).
Estando de pie frente a un ejército abrumador, el rey Josafat escuchó las palabras: «… ¡no tengan miedo ni se acobarden! Salgan mañana contra ellos, porque yo, el Señor, estaré con ustedes» (2 Crónicas 20:17). Del mismo modo, al rey Ezequías, cuando se enfrentaba a las hordas de asirios, se le dijo que no tuviera miedo ni desmayara, puesto «que nosotros contamos con el Señor nuestro Dios, quien nos brinda su ayuda y pelea nuestras batallas» (2 Crónicas 32:8). Incluso en el valle de la sombra de muerte, el pueblo de Dios no teme «… peligro alguno, porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta» (Salmo 23:4).
El Salmo 46 describe catástrofes naturales y nacionales: «… aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar (…) Se agitan las naciones, se tambalean los reinos…» (vv. 2, 6). De nuevo aparece la promesa: «El Señor Todopoderoso está con nosotros…» (Salmo 46:7, 11). En lugar de estar ansiosos y temerosos, se nos dice: «Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios…» (Salmo 46:10). ¿Paz en medio de la agitación y la confusión? Sí. Podemos confiar en nuestro Dios, sabiendo que Él es «… nuestra ayuda segura en momentos de angustia» (Salmo 46:1) y que Él está con nosotros.
Por eso no nos sorprende que uno de los brillantes nombres dados a nuestro Salvador sea Emanuel. Citando Isaías 7:14, Mateo escribe: «“La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel (que significa ‘Dios con nosotros’)”» (Mateo 1:23). «Dios con nosotros» es una de las verdades deslumbrantes de la Navidad. Una verdad que disipa nuestros temores, trayendo consuelo a nuestros corazones afligidos y paz a nuestras almas ansiosas. Con la llegada del Hijo de Dios a la Tierra en Navidad, celebramos que el Dios grande, eterno y asombroso está ahora con nosotros: Emanuel.
Es imposible que lleguemos a Dios por nosotros mismos. Los cielos más altos no pueden contener a Dios, que es más grande que nuestro universo y está más allá de nuestro universo. Como personas imperfectas y pecadoras, nunca podríamos entrar en la presencia de este Dios santo que habita en una luz inaccesible. ¿Cómo se podría crear un puente para unir la gran distancia entre Dios y nosotros?
«Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley» (Gálatas 4:4). Este es el milagro de la Navidad: Emanuel, Dios con nosotros en nuestro pequeño planeta. El pequeño bebé nacido en el establo no es otro que el Dios eterno. Jesús es el Hijo de Dios desde la eternidad; ahora, en su nacimiento, se convirtió en el hijo de María. Dios «… se manifestó como hombre (en la carne)» (1 Timoteo 3:16). Él es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Charles Wesley escribió: «Nuestro Dios contraído a apenas un palmo, incomprensiblemente hecho hombre».
Así pues, el mensaje de la Navidad es que podemos conocer a Dios; no solo conocer acerca de Dios, sino conocer a Dios a través de nuestro Señor Jesús, Emanuel. La salvación es una relación personal con Jesucristo, quien es el camino hacia el Padre. En la cruz, Emanuel, Dios con nosotros, se convirtió en nuestro Salvador y en Aquel que cargó con nuestro pecado.
Vivimos en un mundo caótico que a menudo parece estar fuera de control. El mundo del COVID-19 ha dado lugar a divisiones entre los vacunados y los no vacunados. Ha resultado en aislamiento, distanciamiento social, confinamientos, y gran ansiedad y angustia personal. Sin embargo, comprender la gran verdad de Emanuel te dará estabilidad, seguridad, esperanza y confianza para el futuro: Dios está contigo. Dios siempre está con su pueblo. Los amigos pueden abandonarte, los seres queridos pueden morir, desastres y guerras pueden avecinarse, la economía puede entrar en una depresión… pero Dios está contigo, por toda la vida, a través del valle de la sombra de muerte, y por toda la eternidad. No permitas que las circunstancias difíciles te sacudan. Mantén tu mirada fija en Emanuel: Dios con nosotros.
Esta Navidad, invita a Emanuel a realizar un milagro en tu vida. Recíbelo como tu Salvador. Confía en Él con todo tu corazón.
¡Oh, pueblecito de Belén!
Durmiendo en dulce paz,
Los astros brillan sobre ti
Con suave claridad.
Mas en tus quietas calles,
Hoy surge eterna luz,
Y la promesa de Emanuel
Se cumple en Jesús.
©2021 John H. Munro
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en la revista Decision el 1 de diciembre de 2021.
Las citas bíblicas están tomadas de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional.
John Munro es el pastor principal de la Iglesia del Calvario en Charlotte, Carolina del Norte. Originario de Escocia, donde se desempeñaba como abogado, Munro es también el presentador del programa radial The Verdict [El Veredicto], que se escucha en más de 60 emisoras en Estados Unidos, Escocia, Liberia y en línea a través de las principales aplicaciones de pódcast.