Franklin Graham: El antídoto contra el miedo

Al comenzar este año, percibo que el miedo se ha apoderado de nuestra nación y de nuestro mundo de una manera nueva y profunda.

Mientras las familias estadounidenses se reunían para las celebraciones del Día de Acción de Gracias, se dio a conocer la noticia de que se había identificado una nueva cepa del virus causante de la COVID-19. Ómicron, la cepa que había mutado considerablemente, fue descubierta en Sudáfrica, y no tardó en ser identificada en muchos otros países del mundo, incluido el nuestro.

A pesar de que los médicos que la detectaron originalmente comentaron que los casos parecían leves, se establecieron estrictas prohibiciones de viaje en todo el mundo. El miedo se extendió con más velocidad que el mismo virus, mientras los medios de comunicación advertían de los graves peligros de esta nueva variante. Se advirtió que nuevamente vendrían tiempos de confinamiento, tal vez incluso más severos.

«Esta debería ser la hora y el momento perfecto para que todos los que creemos en nuestro Señor y Salvador resucitado nos mantengamos firmes en la fe y demos un testimonio firme de fidelidad a Dios delante de un mundo sumergido en pánico».

Sin embargo, la COVID-19 no es la única causa del miedo creciente.

La inflación se ha disparado al nivel más alto visto en décadas. La gente está batallando para costear los precios crecientes de los comestibles. Los precios de la gasolina se han disparado más de un 30 % desde que la actual administración entró en funciones a principios de 2021, y muchas familias están preocupadas puesto que no saben si podrán pagar sus facturas de calefacción este invierno.

La violencia —violencia brutal y perversa— se ha apoderado de las principales ciudades de costa a costa. Tiroteos en escuelas, horrendos asesinatos de transeúntes inocentes, descarados saqueos y robos a la luz del día y otros actos de pura maldad han hecho que la gente se sienta insegura.

A esto hay que añadir la impotencia que siente la gente al ver cómo nuestro gobierno intenta convertir nuestro país en un estado de bienestar socialista que, si continúa avanzando, nos llevará por un camino que ya se ha puesto a prueba anteriormente y ha demostrado ser un fracaso. Hace poco vi una encuesta en la que más de un tercio de los jóvenes dicen que «hay otros países en el mundo que son mejores que Estados Unidos». Más de la mitad de los jóvenes estadounidenses creen que nuestra nación está «en problemas» o «fracasando».

Sin embargo, el seguidor de Jesucristo no debe sucumbir a estos temores. Por el contrario, esta debería ser la hora y el momento perfecto para que todos los que creemos en nuestro Señor y Salvador resucitado nos mantengamos firmes en la fe y demos un testimonio firme de fidelidad a Dios delante de un mundo sumergido en pánico.

El Señor le advirtió por medio del profeta Isaías justo cuando él estaba declarando la verdad de Dios a una cultura judía en decadencia: 

«No digan ustedes que es conspiración todo lo que llama conspiración esta gente; no teman lo que ellos temen, ni se dejen asustar. Solo al Señor Todopoderoso tendrán ustedes por santo, solo a Él deben honrarlo, solo a Él han de temerlo».

Isaías 8:12-13

Como ves, el antídoto perfecto para combatir los miedos que se han vuelto endémicos es una confianza bien puesta en el Señor Jesucristo, quien gobierna sobre los hombres, la naturaleza, las naciones, las enfermedades, los presidentes, los primeros ministros y todos los aspectos de la vida.

Esto es lo que dijo Jesús: «No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno» (Mateo 10:28). Sentir respeto, temor y admiración en reverencia al único Dios Santo debería darnos la perspectiva correcta que necesitamos mientras el mundo se arremolina en miedo alrededor nuestro. Dios está en control. Él tiene el mundo en sus manos.

Inmediatamente después de esta fuerte orden del Señor de temerle, Jesús mostró cómo el Padre cuida a sus hijos de forma integral:

«​​¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre; y él les tiene contados a ustedes aun los cabellos de la cabeza. Así que no tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones».

Mateo 10:29-31

Piénsalo un momento. Si Dios presta atención a cada pájaro que cae en la lejana selva amazónica, ¿no nos proveerá de todo lo necesario? El Señor Jesucristo murió por nuestros pecados en la Cruz, fue enterrado y al tercer día Dios lo resucitó. Si Dios se preocupó lo suficiente como para salvarnos de la condenación eterna y darnos el regalo de la vida eterna, ¿no atenderá también todas nuestras necesidades?

Sin embargo, así como la Escritura nos instruye a temer a Dios y no al hombre, también reconoce que en muchas ocasiones el miedo surge en el corazón del creyente. El Señor conoce nuestra tendencia a preocuparnos e inquietarnos, y también nos dice qué hacer con nuestras preocupaciones. «Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?» (Salmo 56:3-4).

«El seguidor de Cristo que ha sido redimido siempre puede encontrar seguridad en el refugio de la sombra del Todopoderoso, puesto que Él promete protección y provisión para el pueblo que compró con su propia sangre».

Personalmente creo que la Segunda Venida de nuestro Señor Jesucristo está en un futuro no muy lejano. La Biblia nos dice claramente que a medida que se acerque ese momento, la situación del mundo será cada vez más desesperada. Las calamidades que producen miedo se intensificarán en todo el mundo.

La Biblia es clara cuando dice que los incrédulos que no se han arrepentido de sus pecados y no han puesto su confianza en Cristo están viviendo sin tener reverencia alguna por la santidad de Dios. «No hay un solo justo, ni siquiera uno. (…) No hay temor de Dios delante de sus ojos» (Romanos 3:10,18).

El seguidor de Cristo que ha sido redimido siempre puede encontrar seguridad en el refugio de la sombra del Todopoderoso, puesto que Él promete protección y provisión para el pueblo que compró con su propia sangre.

Cuando arrecian las turbulentas olas de ansiedad que atraviesan nuestra cultura que se llena de temor con tanta facilidad, nosotros podemos voltear nuestra mirada al Dios todopoderoso y omnisciente con seguridad, confianza y fe.

Cuando mi padre era un muchachito durante la Gran Depresión, el presidente Franklin Delano Roosevelt declaró en su discurso de investidura: «Lo único que tenemos que temer es el propio miedo». Ese es un buen consejo, pero no se acerca a la poderosa verdad de la Palabra de Dios:

«El fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme, pues, a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es todo para el hombre».

Eclesiastés 12:13

>> ¿Deseas que Jesús sea tu Señor y Salvador? ¿Te gustaría tener la certeza en tu corazón de que no debes temer porque Él está contigo?

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en la revista DECISION el 1 de enero de 2022.