Vanessa y Sarahi trabajan en una pequeña cafetería en Estelí, una ciudad en las montañas occidentales de Nicaragua.
En su ciudad de apenas más de 100 000 habitantes no suelen tener lugar grandes eventos; sin embargo, les llamó la atención que durante los últimos meses habían visto letreros por toda la ciudad que anunciaban el Festival de la Familia.
Organizado por la Billy Graham Evangelistic Association, el Festival de la Familia llegó al Estadio Independencia de Estelí el pasado 18 y 19 de noviembre, llevando el mensaje del Evangelio de Jesucristo en una serie de eventos diseñados para conectar con gente de todas las edades.
«Invitamos a las familias, a la gente, a que vengan a alegrarse y a cantar, pero también a escuchar un mensaje de esperanza», dijo Jorge Ulises Rivera, coordinador local del Festival de la Familia.
Yelkin, la gerente de la cafetería donde trabajan Vanessa y Sarahi, es una firme creyente en Cristo y aprovechó la curiosidad de las chicas acerca del evento para invitarlas.
Las tres tomaron asiento en una de las primeras filas en el evento del sábado por la noche.
Tras la animada música de adoración de Jahaziel Band, Daniel Calvetti, Israel García y Nadia, David Ruíz predicó un mensaje basado en Hebreos 9 sobre la inevitabilidad de la muerte.
«Todos vamos a morir. Hay una línea que no pasaremos que solo Dios conoce», predicó el evangelista. «Jesús te ofrece vida… [pero] necesitas reconocer que eres pecador, tienes que pedirle perdón a Dios por tus pecados y recibirlo por la fe en tu corazón, y seguirlo cada día de tu vida, cueste lo que cueste».
Las jóvenes nunca habían escuchado este mensaje antes, y pusieron toda su atención a las Buenas Nuevas del Evangelio esa calurosa noche de sábado. Cuando Ruíz invitó a los presentes a recibir a Cristo como Señor y Salvador, tanto Vanessa como Sarahi levantaron rápidamente la mano, se pusieron de pie y pasaron al frente.
>> ¿Has decidido rendir tu vida a Jesucristo?
Yoa Galeano, una de las voluntarias del evento, escuchó sus historias y las guió en oración.
«Vanessa me confesó que había estado luchando con pensamientos suicidas, y ambas dijeron que sentían falta de propósito y de amor», comentó Galeano. «Estaban llenas de gozo y agradecidas por los materiales para nuevos creyentes que habían recibido».
Galeano puso en contacto a las chicas con Belkis Trejo, una pastora local con la que se están reuniendo una vez a la semana para recibir discipulado, atención pastoral y compañerismo. También se les ha unido otra joven empleada de la cafetería.
«Aunque las chicas tenían miedo porque sus familias son católicas, ahora están dispuestas a seguir a Jesús de todos modos», comentó Trejo. «Hemos notado un cambio en sus vidas porque sienten que la vida tiene un propósito. Se sienten amadas y protegidas por Jesús. Saben que ya no están solas y han decidido confiar en las promesas de Dios».