Cuando llegó por primera vez al estadio deportivo Phú Thọ en Ho Chi Minh, a Janet se le puso la piel de gallina.
«Nunca pensé que llegaría el día», dijo, con claro conocimiento del contexto de Vietnam, el país en que creció.
«Ahora la gente tiene opciones en mi país [sobre la fe]. Hay millones aquí que nunca han oído el Nombre de Jesús».
Franklin Graham volvió a compartir el Evangelio de Jesucristo el domingo en el Spring Love Festival [Festival del Amor de Primavera], que atrajo a miles de personas el sábado.
«Solo hay un camino hacia Dios», dijo Franklin Graham. «Es a través de Jesucristo. Nadie más ha pagado la deuda de tus pecados. Jesucristo vino a salvarte».
Ahora que el Festival ha llegado a su fin, las iglesias locales se esforzarán por caminar junto a los que decidieron aceptar a Cristo durante el fin de semana a fin de ayudarles a estudiar la Palabra de Dios y a crecer en su fe.
«Tenemos que hacer lo que nos corresponde por los nuevos creyentes: discipularlos y edificarlos en Cristo», afirma Janet, a quien le apasiona compartir la esperanza de la vida eterna en su país. «[Ahora] ya hay muchos jóvenes cristianos, y Dios quiere usarlos».
Desde mucho antes del fin de semana del Festival, Dios había estado moviendo el corazón de una graduada universitaria de 23 años llamada Kim. Ella dejó su trabajo con la esperanza de encontrar un empleo más significativo y de encontrar más oportunidades de servir en el ministerio.
En su tiempo libre, la enérgica graduada en relaciones públicas se dedicó a hablarle a los demás del Spring Love Festival y de las oportunidades que este ofrecía para alcanzar amigos con el mensaje de Cristo. Ella incluso publicó acerca del evento en sus redes sociales: «Es muy especial, un evento único y puede cambiar tu vida».
Un día salió a tomar café con unos amigos, y ahí Kim compartió su fe y los invitó al Festival. «Dios me dio el valor», dijo.
En total, Kim invitó a 60 familiares, amigos y compañeros de trabajo, escribió sus nombres en tarjetas y oró por ellos, uno por uno, mientras conducía su moto por la ciudad.
«Aquí hay mucha gente con problemas», explicó. «Los jóvenes se mudan a esta ciudad, pero se sienten solos porque su familia está lejos».
Sin un propósito, dijo, a menudo tratan de encontrar su identidad en el trabajo o en las relaciones, pero terminan por dejarles una sensación de vacío.
Kim dijo que sabe que Dios quiere que use sus talentos para compartir las Buenas Nuevas de Jesucristo. «Este es mi momento», dijo. «Dios me dio un tiempo para servir».
Eternidad a la vista
Hā sonreía de oreja a oreja mientras su sobrina y su sobrino nieto hablaban con un consejero sobre su decisión de seguir a Jesucristo.
«Me siento realmente alegre», dijo la mujer, quien en el pasado había compartido el mensaje de Jesús con su sobrina, Sang, y con el hijo de Sang, de 12 años. El domingo, tuvo la hermosa oportunidad de presenciar cómo respondieron al mensaje del Evangelio cuando Franklin Graham hizo la invitación a toda la audiencia.
«Este Festival ha sido una gran oportunidad para compartir el Evangelio con la gente», dijo Hā.
Un hombre, Tirh, hizo un viaje de tres horas para llegar al Festival desde otra provincia, en un autobús contratado por su iglesia. Llevó a sus sobrinos, quienes ya habían visitado su iglesia en el pasado. Tirh dice que el largo viaje valió la pena.
Sus cinco sobrinos oraron y le pidieron a Cristo que entrara en sus corazones el domingo.
«Estoy encantado de que los niños vinieran a Jesús», dijo.
Ahora que el Festival ha terminado, el campo de hierba del estadio deportivo volverá a la normalidad, abierto para entrenamientos y partidos. Pero para quienes entregaron sus vidas a Jesucristo, la vida nunca volverá a ser la misma.
«Es un triunfo increíble para la ciudad de Ho Chi Minh», dijo el reverendo Nguyen Vo Khanh Giam, uno de los organizadores del festival. Dijo que todos están agradecidos por el permiso del gobierno para celebrar el evento.
«Al echar la vista atrás a la historia de… nuestra ciudad, es increíble tener a Franklin Graham, a los líderes del gobierno y al pueblo vietnamita juntos», dijo. «[Hoy] podemos hablar de la Verdad. Ni en sueños hubiéramos imaginado ver el Evangelio predicado entre nuestra gente en esta ciudad».