Los soldados se quedan dormidos en las zonas de guerra.
Puede parecer imposible si se tiene en cuenta el peligro, los disparos y la incertidumbre a cada paso, pero periodistas y fotógrafos han captado imágenes de soldados en el frente de batalla durmiendo tranquilamente incluso en las condiciones más intensas.
Es comprensible que llegue un momento en el que, independientemente del peligro, los soldados no puedan soportar más la fatiga y sucumban a su necesidad física, aunque la guerra haga estragos a su alrededor.
Como padres seguidores de Cristo, vivimos en una zona de guerra espiritual en la que Satanás lucha por los corazones y las mentes de nuestros hijos. La guerra cultural que se libra a nuestro alrededor puede ser abrumadora. Algunos padres están cansados o simplemente están demasiado ocupados como para dedicar tiempo y esfuerzo a asegurarse de que sus hijos lleguen a comprender la verdad de Dios, y dejan que los pastores de niños y jóvenes libren la batalla por las almas de sus hijos.
Lamentablemente, muchos padres son indiferentes a la Palabra de Dios y están completamente ciegos ante la realidad de esta batalla. Esta complacencia ha abierto la puerta para que el enemigo moldee las creencias de nuestros hijos a través de profesores y otras influencias externas que ejecutan un plan de batalla totalmente diferente.
Los padres tenemos que despertar y volver al frente de la batalla. El tiempo es esencial. Satanás y su ejército tienen un plan estratégico, especialmente en lo que respecta a la educación de nuestros hijos. El adoctrinamiento de las mentes de nuestros hijos está ocurriendo aun desde preescolar. Y los medios empleados pueden parecer inofensivos si nos adormecemos y no permanecemos vigilantes.
Algo tan inocente e inofensivo como un oso de peluche puede ser convertido en un arma. Introducing Teddy [Presentando a Teddy] es un libro de cuentos curricular preparado para niños de Kindergarten a segundo de primaria [elemental] que está siendo utilizado por distritos escolares de todo el país. Al final de la historia, Teddy le dice a su mejor amigo, Errol, que se siente como una niña en lugar de como un niño y que quiere llamarse Tilly.
Los alumnos de primer grado de una escuela del área de Seattle escucharon recientemente una historia que narraba el viaje de un adolescente transgénero desde su uso de hormonas a los 11 años hasta su cirugía de reasignación de género a los 17 años. Cuando los padres expresaron su preocupación por el libro I Am Jazz [Yo soy Jazz] que se leía en clase a los alumnos de primer grado, el distrito escolar se inclinó a favor de la decisión del profesor.
Estos planes de estudio, apoyados e impuestos por los administradores y los consejos escolares, van en contra del diseño perfecto de Dios para el hombre y la mujer y no están respaldados por la ciencia.
El combate se libra también en las aulas mientras se borra la historia de los Estados Unidos y se reescriben los hechos y acontecimientos históricos. Se enseña a los alumnos que la Constitución y otros pilares de la democracia son principios de un sistema racista. Dado que las administraciones escolares ya no ofrecen transparencia sobre los planes de estudio, los padres se ven obligados a acudir a los tribunales para averiguar qué es lo que se enseña en las escuelas, y han descubierto que se enseñan temas como la doctrina de la teoría crítica de la raza, conocida como CRT (por sus siglas en inglés).
A primera vista, la CRT puede parecer una forma de ayudar a educar a los estudiantes sobre los prejuicios y los sesgos contra la gente de color, con la intención de concienciar y traer restauración en los temas que han causado división en nuestra nación. Pero la CRT incluye prejuicios peligrosos, ya que afirma que las personas son oprimidas u opresoras únicamente con base en su color de piel, y no en sus actitudes o comportamiento. Recientemente, una profesora de Nueva Jersey renunció a su cargo después de que se le exigiera dividir a sus alumnos según el color de su piel y etiquetara a los alumnos blancos como opresores.
Suena sombrío y desalentador, y puede que nos sintamos impotentes en cuanto a hacer algo para cambiarlo, pero de la misma forma en que los soldados siguen luchando por la causa incluso cuando parece que el enemigo está ganando terreno, hay cosas que nosotros, como padres, podemos hacer para seguir luchando.
En primer lugar, debemos examinar lo que ocurre en la vida de nuestros hijos. Proverbios 27:23 dice: «Asegúrate de saber cómo están tus rebaños; cuida mucho de tus ovejas». ¿Qué ocurre en las escuelas de nuestros hijos? ¿Qué sucede durante sus actividades extraescolares? ¿Qué se les enseña en la iglesia? No podemos dar por sentado que nuestros hijos están recibiendo un mensaje bíblico correcto de sus líderes. Haz preguntas y utilízalas como una oportunidad para decir la verdad de Dios o para reforzarla. Emprende acciones para alejar a los niños de ambientes espirituales que no sean sanos.
En segundo lugar, debemos ser diligentes en nuestra responsabilidad como padres. No podemos delegar la responsabilidad de la crianza de nuestros hijos en las escuelas e iglesias. La Palabra de Dios es clara: somos los principales responsables de la formación y el desarrollo espiritual de nuestros hijos. Deuteronomio 6:6-7 dice: «Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes». Las conversaciones sobre los prejuicios, la sexualidad y la historia deben empezar en casa.
En tercer lugar, debemos tomar decisiones sobre lo que es mejor para nuestros hijos, aunque estas impliquen sacrificios. Una familia con dos ingresos puede decidir convertirse en una familia con un solo ingreso para hacer que la educación en casa [homeschooling] sea una opción. O es posible que Dios nos guíe a inscribir a nuestros hijos en una escuela privada basada en la fe, lo que supone un importante compromiso financiero. Tal vez nuestro llamado sea a mantenernos firmes o incluso luchar contra el consejo escolar local, o postularnos para ocupar un puesto en él. No son decisiones fáciles, pero Dios está con nosotros cuando elegimos lo que es correcto por encima de lo que es conveniente. Tenemos que determinar qué costo es mayor: el dolor financiero a corto plazo o la pérdida de las almas de nuestros hijos.
Por último, debemos mantenernos despiertos en medio de la batalla, incluso cuando nos cansemos. Es tentador dejar en segundo término las áreas de preocupación y bajar la guardia. Pero Efesios 5:14-16 nos recuerda: «“Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo”. Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos». Permanece en la Palabra de Dios y ora a diario, pidiéndole al Señor fuerza y protección.
Las batallas que libramos hoy le brindarán a nuestros hijos la oportunidad de crecer en la verdad. «… Acuérdense del Señor, que es grande y temible, y peleen por sus hermanos, por sus hijos e hijas, y por sus esposas y sus hogares» (Nehemías 4:14).
Ánimo, mamás y papás. Dios nos ha armado con lo que necesitamos para la batalla (ver Efesios 6:10-18). Con Dios guiándonos y el Espíritu Santo dándonos poder, oramos para que nuestros hijos obtengan la victoria en esta guerra: la vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor.
©2022 Cissie Graham Lynch