Lectura bíblica: Eclesiastés 7:10
Todos tenemos tradiciones y celebraciones que son muy importantes para nosotros. Durante muchos años, la familia extendida Graham se reunía en el Billy Graham Training Center at The Cove en Asheville, Carolina del Norte, para el Día de Acción de Gracias. Nos habríamos podido reunir en una casa, pero mis abuelos (Billy y Ruth Graham) tenían cinco hijos, cada uno de los cuales tenía hijos a su vez. Con el tiempo también llegaron los bisnietos. En poco tiempo, nuestra familia se hizo demasiado grande.
Recuerdo con cariño esas cenas: la familia, la comida, la oportunidad de conversar y renovar relaciones, y un momento especial para expresar agradecimiento y gratitud. Eran días verdaderamente especiales.
Ahora la vida es diferente. Mis abuelos ya están en el cielo, yo tengo más de 40 años, y dos de mis tres hijos están en la universidad. Acción de Gracias significa algo diferente para mí este año. En este momento de mi vida, simplemente me emociona tener a mis hijos en casa durante unos días, disfrutando de la compañía mutua.
¿Extraño la forma en que todo solía ser cuando mis hijos eran pequeños y toda mi familia podía reunirse? Sí, por supuesto. Por algo existe la expresión «los buenos tiempos».
Es tentador idealizar el pasado y dejar que la nostalgia venga acompañada de tristeza. Sin embargo, el rey Salomón, quien «sobrepasó en sabiduría a todos los sabios del Oriente y de Egipto» (1 Reyes 4:30, NVI), tenía algo que decir al respecto. En Eclesiastés 7:10 escribió: «Nunca preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor. No es de sabios hacer tales preguntas».
Se dice que los recuerdos enriquecen. Y emocionalmente tenemos una sorprendente tendencia a recordar los buenos tiempos y a minimizar los malos. Sin embargo, no debemos vivir en el pasado, sino avanzar sabiamente en la esperanza del Señor.
En primer lugar, debemos mostrar gratitud no solo por la vida que hemos vivido, sino también por nuestra situación actual. El Salmo 100:4-5 dice: «Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre. Porque el Señor es bueno y su gran amor es eterno; su fidelidad permanece para siempre».
Dios no dejó de ser bueno cuando tu hijo se fue a la universidad, o cuando tu padre falleció inesperadamente. El Señor es tan misericordioso y digno de confianza ahora como antes, y centrarte en tu esperanza en Él es mucho mejor que añorar días pasados. Tal vez sientas que el día de hoy no es tan bueno como el día de ayer, pero no dejes que la nostalgia de ayer te robe las bendiciones de hoy.
En segundo lugar, al invocar a Jesús como Salvador, lo mejor está por venir. Espero que hayas tenido una vida maravillosa llena de recuerdos increíbles. Sin embargo, la realidad es que estamos simplemente en un viaje por este mundo. Todavía no estamos en casa.
Filipenses 3:20-21 dice: «En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas».
Este Día de Acción de Gracias, te animo a que muestres gratitud por los días que Dios te ha dado, los buenos momentos que has compartido y los recuerdos que has creado. Pero no te detengas ahí. Tómate un momento para reflexionar sobre las bendiciones de tu vida actual y, sobre todo, sobre la esperanza de la eternidad que te espera en la presencia del Salvador.
Lectura bíblica: Eclesiastés 7:10
«Nunca preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor. No es de sabios hacer tales preguntas».