Billy Graham: ¿Por qué Dios permite el sufrimiento?

A veces, cuando viajo en avión y este comienza a elevarse, hay nubes oscuras y llueve. Pero unos minutos después, el avión atraviesa las nubes y puedo ver brillar el sol. Te puedo asegurar que por encima de las nubes en tu vida, el sol está brillando. Dios sigue ahí a pesar de cualquier tragedia que puedas estar experimentando.

Los mensajes del sufrimiento

El sufrimiento trae consigo un mensaje de misterio. La Biblia dice: «Es grande el misterio de nuestra fe» (1 Timoteo 3:16, NVI). Tal vez nunca la sepamos hasta que un día Dios nos explique todas las cosas.

El 21 de noviembre de 1980, cuando el MGM Grand Hotel de Las Vegas se incendió, trajeron a los sobrevivientes al Centro de Convenciones, donde se estaban realizando las reuniones de nuestras Cruzadas. 

Cuando me pidieron que explicara la tragedia del incendio en el MGM Grand Hotel, tuve que decir: «Hay un misterio en esta clase de tragedias. No sabemos la respuesta». Y tal vez nunca la sepamos hasta que Dios nos explique todas las cosas.

Dios nos creó porque nos ama. Dios nunca quiso que hubiera tragedias y prejuicios, guerras y odio, lujuria y codicia, celos y orgullo. Dios quería que la tierra fuera un paraíso, un lugar donde no hubiera muerte.

Pero el hombre se rebeló contra Dios. El hombre dijo: «No te necesito, Dios. Puedo construir mi mundo sin ti». Dios dijo: «Si tomas esa decisión, sufrirás y morirás». El hombre tomó esa decisión y comenzó a sufrir, y ha estado muriendo desde entonces. La muerte física es solo la muerte del cuerpo, pero el espíritu sigue viviendo. Si su espíritu está separado de Dios por la eternidad, se perderá para siempre.

Pero Dios ha provisto un rescate por medio de su Hijo, Jesucristo. Por ese motivo murió Cristo en la cruz. Por eso resucitó.

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En el sufrimiento también hay un mensaje de compasión humanitaria. Jesús dijo: «Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron» (Mateo 25:35-36). 

Mientras el fuego avanzaba por el MGM Grand Hotel, vi equipos de emergencia, militares, el Ejército de Salvación, la Cruz Roja, médicos, enfermeras y personas que venían a donar ropa y alimentos. Vi la compasión en acción.

En el sufrimiento hay un mensaje de unidad. Los hijos mellizos de Isaac, Jacob y Esaú, habían venido discutiendo y peleando desde que nacieron. Pero, cuando murió Isaac, fueron a enterrarlo. Por la muerte de su padre, los dos hijos se unieron (Génesis 35:29).

Jesús oró, diciendo: «… para que todos sean uno, Padre, así como tú estás en mí y yo en ti» (Juan 17:21). Y así deberíamos ser como cristianos, uno en Cristo. 

El sufrimiento contiene un mensaje de consuelo. En 2 Corintios leemos: « Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren» (2 Corintios 1:3-4). 

Cuando has sufrido una tragedia, tienes un mayor sentido de identificación con otras personas que sufren tragedias. Podrás comprenderlas en esa situación de sufrimiento. Porque hemos sido consolados a través de la Palabra de Dios, podemos a su vez consolar a otros.

Finalmente, creo que en el sufrimiento también hay un mensaje de advertencia. El profeta Amós dijo: «¡Quedaron como tizones arrebatados del fuego! Con todo, ustedes no se volvieron a mí», afirma el Señor. «Por eso, Israel, voy a actuar contra ti; (…) ¡Prepárate, Israel, para encontrarte con tu Dios!» (Amós 4:11-12). ¿Está usted preparado para encontrarse con Dios?

¿Qué tiene que hacer para estar listo? Dios tomó la iniciativa al entregar a su Hijo, Jesucristo. Dios dice: «Yo te amo. Quiero perdonarte. Quiero que vayas al cielo». Pero usted debe responder.

¿Cuál debería ser nuestra actitud hacia el sufrimiento?

Primero, debe ser de adoración a Dios. Deberíamos decir: «Oh, Dios, creo que Tú eres el gran y poderoso Dios. No entiendo todas las cosas que están ocurriendo en mi vida, pero, Dios, confío en ti».

Segundo, debemos pedir que Dios nos enseñe todo lo que quiere que aprendamos acerca de Él, acerca de nosotros, acerca de los demás y de cómo podemos ministrar a los que sufren.

Tercero, nuestra actitud en el sufrimiento debe glorificar a Dios. Las personas nos van a observar como cristianos. Preguntarán: «¿Cómo puede ser que Cristo esté en control de su vida de tal forma que aun en esa situación pudo ayudar a los demás?». La Biblia enseña que hay gloria en el sufrimiento (ver 1 Pedro 4:12-13; Hebreos 12:2).

Jesús sufrió y murió por nosotros en la cruz, pero Dios lo levantó de los muertos. Jesucristo está ahora sentado a la diestra de Dios el Padre, y Él ve nuestro sufrimiento. Ve nuestra vida cada día y sabe exactamente dónde estamos parados.

La Biblia enseña que debemos ser pacientes en el sufrimiento. Eso es lo que más cuesta: ser pacientes y cantar canciones incluso en la oscuridad. Las lágrimas se convierten en telescopios hacia el cielo, acercándonos un poco a la eternidad.

¿Cómo podemos responder en el sufrimiento?

La fuente de fortaleza

La verdadera esperanza, paz y fortaleza en medio del sufrimiento vienen solo a través de una relación personal con Jesucristo.

«Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor» (Romanos 8:37-39).


Céntrate en Cristo

Búscalo en oración y en el estudio de las Escrituras. Entréguele sus preocupaciones a Jesús pidiéndole que cuide de usted y le dé paz.

«Al de carácter firme, lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía» (Isaías 26:3).


«No se preocupen por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús» (Filipenses 4:6-7).


Huye de la amargura

Pídele a Dios que te ayude a tener una actitud confiada y paciente. Si tienes un espíritu que no perdona o una actitud crítica, pídele a Dios que lo quite de ti y deja que Él llene tu corazón con Su paz y consuelo.


«Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman,[a] los que han sido llamados de acuerdo con su propósito» (Romanos 8:28).


«… yo soy el Señor, y que no quedarán avergonzados los que en mí confían» (Isaías 49:23).

Busca palabras de aliento

Acude a un amigo o pastor cristiano en quien confíes y compártele lo que estás pasando. Cristo ha llamado a sus seguidores a cuidarse unos a otros, especialmente en medio de las dificultades.


«Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas y así cumplirán la ley de Cristo» (Gálatas 6:2).