Cambiada por la gracia: La mujer samaritana

A partir de las vidas de cuatro personajes bíblicos, este verano meditaremos sobre el camino por el que Dios nos guía para pasar del quebrantamiento hasta un perfecto sentido de pertenencia en Él. Al meditar las tentaciones y luchas de estos personajes, descubriremos que hay mucho qué aprender de sus encuentros con Dios.

En la segunda parte de nuestra serie de verano, nos centramos en la mujer samaritana que se encontró con Jesús en el pozo, llena de vergüenza y sintiéndose como una marginada, y en cómo respondió al llamado de Dios.

«En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: “¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva”».

Juan 7:37-38, NVI

En nuestros momentos de mayor necesidad, Dios a menudo se encuentra con nosotros cuando menos lo esperamos. Veamos, por ejemplo, una historia del Evangelio de Juan, donde una mujer tiene un encuentro con Jesucristo que cambia su vida para siempre.

Durante uno de los viajes de su ministerio, Jesús y sus discípulos viajaron a través de Samaria, una zona llena de conflictos nacionales y raciales. Pero esta etapa del viaje no fue accidental.

«Jesús tenía una cita allí que iba a cumplir», compartió Billy Graham en su cruzada de Pittsburgh en 1993. «Esa cita se había concertado siglos antes en los consejos de Dios».

Lee la historia de la mujer samaritana en Juan 4.

Cuando Jesús se detuvo a descansar cerca de un pozo, una mujer samaritana vino a sacar agua.

Era una hora inusual. Las mujeres solían sacar agua al fresco de la mañana, pero esta mujer estaba allí al mediodía, queriendo evitar las multitudes y, como descubriremos pronto, la vergüenza de su pecado.

Aunque los judíos no solían relacionarse con los samaritanos, Jesús le habló con una simple petición: «Dame un poco de agua» (Juan 4:7).

«En ese momento, Jesús estaba eliminando muchos prejuicios que la gente tiene, como el de la raza», explicó Billy Graham.

Sorprendida, la mujer se preguntó en voz alta por qué un judío se dirigía a ella, una samaritana. Pero Jesús evita la pregunta para revelar su necesidad más profunda: «Si supieras lo que Dios puede dar y conocieras al que te está pidiendo agua… tú le habrías pedido a él y él te habría dado agua viva. Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed… pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás» (Juan 4:10, 13-14,).

«Muchas personas son así», dijo Billy Graham. «Están buscando algo… que satisfaga y sacie esa terrible sed espiritual que solo Dios puede saciar».

La mujer samaritana todavía cree que Él le está ofreciendo agua común para beber, por lo que Él le dice: «Ve a llamar a tu esposo y vuelve acá» (Juan 4:16). Jesús, que lo sabe todo, revela que la mujer ha tenido cinco esposos y que actualmente está con alguien que no es su esposo.

«Fue como si mil focos se hubieran encendido en su corazón y todos los secretos sucios de su vida salieran a la luz», dijo Billy Graham.

Jesús mostró su conocimiento del pasado de la mujer y reveló su identidad como el Mesías. Ella dejó su cántaro y corrió al pueblo con un mensaje muy sencillo.

«Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será este el Cristo?» (Juan 4:29).

Su testimonio fue poderoso.

«Muchos de los samaritanos que vivían en aquel pueblo creyeron en él por el testimonio que daba la mujer…», nos dice la Escritura (Juan 4:39).

«Ella no tenía mucha teología que compartirles», dijo Billy Graham. «No sabía qué decir. Todo lo que dijo fue: “Vengan y vean a Jesús, y Jesús puede cambiar su vida como ha cambiado la mía”. ¿Has tenido un encuentro con Jesús así?».

¿Qué tiene que ver la historia de esta mujer contigo?

La vida está llena de distracciones que pueden alejarnos de Jesús. Corremos con nuestras agendas apretadas, buscando aprobación y satisfacción lejos de Dios, solo para terminar vacíos.

La mujer samaritana buscaba aceptación a través de las relaciones humanas. Pero Jesús le mostró cómo esa búsqueda de sentido se quedaba corta una y otra vez.

«En lo más profundo de tu corazón, hay algo que falta», dijo Billy Graham. «No hay la plenitud, la satisfacción y la paz que te gustaría tener, que crees que Dios podría darte. ¿Qué debes hacer? Bebe del agua viva».

Jesús nos llama a volvernos a Él, confiando en que solo Él satisfará todas nuestras necesidades.

Lee la primera parte de nuestra serie de verano sobre Zaqueo.