El 7 de noviembre habría sido el cumpleaños número 106 para Billy Graham. El evangelista falleció en 2018, pero el impacto de su ministerio evangélico aún puede verse en todo el mundo.
En la Uganda septentrional devastada por la guerra de la década de 1960, la infancia de Odongo Geoffrey Keronga estuvo plagada de trauma y sufrimiento.
Su madre —una de las siete esposas de su padre— intentó asesinarlo cuando era apenas un bebé, para después abandonarlo en la calle, donde lo encontró una vecina. La mujer acogió a Keronga hasta que este se fue a vivir con su padre mientras estudiaba la escuela primaria.
Su padre murió varios años después, dejando al joven adolescente sin hogar. Vivía en las calles, y muchas veces se veía obligado a pasar las noches durmiendo en los árboles para evitar a los animales salvajes.
Sus compañeros de la escuela se dieron cuenta de su situación y empezaron a llamarlo «niño de la selva».
A los 15 años, las burlas en la escuela llegaron a ser una carga tan pesada que decidió abandonar sus estudios.
«La vida era muy dura», dijo. «Pensé: “¿Por qué tengo que sufrir?”».
Con el plan de terminar con su propia vida, planeó un viaje de pesca en el que el su bote «accidentalmente» terminaría por hundirse.
Cuando estaba a punto de llevar a cabo su plan en el río Nilo, un amigo del colegio se acercó y le rogó que lo acompañara a ver una película esa noche. La película era en inglés, pero como Keronga hablaba bien el idioma, su amigo le preguntó si interpretaría la película para sus compañeros.
«La noticia de la película no me emocionó», dijo Keronga. «Pensaba: “Ya perdí la oportunidad de suicidarme, ¿ahora qué?”».
A regañadientes aceptó ir a traducir la película para sus compañeros, que resultó ser un sermón de Billy Graham sobre las Buenas Nuevas de una relación con el Hijo de Dios, Jesucristo.
Keronga empezó a escuchar con verdadero interés mientras el evangelista hablaba de la vida abundante que Cristo ofrece a todo el que confía en Él.
«Me sentí culpable de mi intención de suicidarme», dijo.
Recuerda que Graham dijo que Dios lo invitaba a dejar atrás su pecado y elegir seguir a Cristo.
Emocionado casi hasta las lágrimas, Keronga consiguió terminar de interpretar para sus compañeros, pero sus amigos se rieron y se mostraron incrédulos cuando al final de la película respondió a la invitación de confiar en Dios para su salvación.
«Le entregué mi vida a Cristo durante ese sermón», dijo Keronga. «No creían que fuera en serio, pero iba muy en serio».
Esa noche se quedó en casa de un amigo. Al día siguiente, su amigo lo invitó a ir a la iglesia que había proyectado la película en su colegio.
Keronga siguió asistiendo a esa iglesia en los años siguientes, sirviendo a la congregación como intérprete.
Uno de los ancianos de la iglesia decidió ser su mentor y le dio un lugar donde vivir. Su relación con el Señor se fortaleció gracias al discipulado que recibió allí.
«Dios empezó a hacer maravillas en mi vida», dijo Keronga, reflexionando sobre el cambio dinámico que Jesús hizo en su corazón.
Cuando terminó el bachillerato, el mismo anciano pagó los estudios de Keronga en el instituto bíblico, y así llegó a ser pastor. Poco después, Dios puso en su corazón la idea de fundar un hogar para niños vulnerables en Uganda.
«La pasión por ayudar a los niños huérfanos y vulnerables no se me iba de la cabeza», dice Keronga.
«Viví esa vida una vez», dijo, reflexionando sobre sus días en las calles. Sin la Palabra de Dios, dijo, no hay esperanza para el futuro de esos niños.
En 2011, fundó Acres of Hope International, un orfanato centrado en Cristo en Nebbi, Uganda, que proporciona alimentos, refugio, atención médica y educación a niños en situación de riesgo.
«Dios me dio esa pasión», dijo Keronga. «La gente me pregunta cómo conseguimos los recursos. Yo sé que es del Dios Altísimo».
«La presencia de Dios está ahí».
Jesucristo cambió la vida de Keronga, y también puede cambiar la tuya. Escucha más acerca de cómo comenzar una relación con Jesucristo en estos sermones clásicos de Billy Graham.