«Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad».
Juan 1:14
En la sociedad actual, supongo que la mayoría de nosotros ama o cuando menos conoce a alguien que forma parte de la comunidad LGBT. Creo que esta es la razón por la que la mayoría de los cristianos y pastores no quieren enseñar sobre el tema. Este pecado se ha convertido en algo personal para muchos, y las líneas de lo que está bien y lo que está mal y la definición misma de verdad se han difuminado.
He visto a muchos de mis amigos cristianos luchar con este conflicto en sus corazones. Pero si llamas a Jesús tu Señor y Salvador y crees en la Biblia como la Palabra de Dios, tienes que creerla en su totalidad. Incluso las partes que son confusas, incluso las partes que no entendemos y las partes sobre las que tenemos preguntas. Hay momentos en los que sentimos que algunas de las verdades de Dios rompen nuestro corazón, pero tenemos que creer en su soberanía. No podemos ignorar las Escrituras.
Romanos 1:26-27 dice: «Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes, y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su perversión».
Dios es amor y Dios es verdad. Y cuando estamos confundidos y no entendemos, es cuando Él nos advierte que no nos apoyemos en nuestro propio entendimiento (Proverbios 3:5), sino en su perfecta e infinita sabiduría.
Hay personas en la comunidad LGBT a las que amo con todo mi corazón, y nunca dejaré de amarlas, pero han sido cegadas por las mentiras del mundo para creer que lo que hacen está bien. Y la iglesia les está fallando al no proporcionarles la verdad.
Nunca olvidaré una entrevista en televisión a un pastor muy conocido al que le preguntaron sobre la homosexualidad. En ese momento, decidió no proclamar la verdad en el mundo de las tinieblas porque quería dar una respuesta que fuera agradable para sus espectadores. Dijo: «Yo no hablo de la homosexualidad porque Jesús no habla de ella ni la define».
Pero Jesús sí habla de ello. Él define lo que es el matrimonio en Mateo 19:4-6: «—¿No han leído —replicó Jesús— que en el principio el Creador “los hizo hombre y mujer”, 5 y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo”? Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
Por desgracia, en las generaciones pasadas, demasiados cristianos estaban llenos de verdad y dureza, pero no tenían gracia.
Randy Alcorn, en su libro The Grace and Truth Paradox [La paradoja de la gracia y la verdad], nos recuerda que Jesucristo es cien por ciento gracia y cien por ciento verdad. No puedes tener una sin la otra. Juan 1:14 dice: «Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad».
Mi generación está llena de amor y de gracia, pero no proclama la verdad. No podemos descuidar las verdades de la Palabra de Dios, porque entonces descuidaremos advertirle a las personas sobre el pecado, y no conocerán la mayor historia de amor de todas, el Evangelio, el cual anuncia que Jesús murió en la cruz por nuestro pecado.
Si los cristianos y las iglesias no proclaman la verdad, ¿cómo sabrá la próxima generación lo que está bien y lo que está mal? Según un estudio de Barna, solo el 24 % de los cristianos de la generación Z, de entre 13 y 18 años, creen que la homosexualidad es un pecado. Si no tenemos cuidado, en la próxima generación nadie pensará que está mal porque no sabrán lo que dice la Palabra de Dios al respecto.
En el mundo actual, casi todos los programas de televisión y todas las películas promueven la agenda LGBT. Hollywood, nuestro gobierno, nuestras escuelas, y ahora incluso muchas iglesias, intentan definir la verdad basándose en su opinión humana, misma que está caracterizada por el pecado. La generación Z no puede encontrar su verdad en Hollywood; la verdad solo se puede encontrar en la Palabra de Dios y a través de aquellos que la proclaman sin vergüenza.
La comunidad LGBT, que anuncia ser una comunidad de aceptación, se ha vuelto muy agresiva con los cristianos que se atreven a discrepar con ellos. Nos tachan de ser personas llenas de odio. Personalmente, recibí cientos de comentarios de odio hace algunos años después de ver el desfile del Día de Acción de Gracias de Macy’s. Uno de los actos del desfile consistía en que dos chicas iban juntas al baile de fin de año y se besaban al final. Cuando mi hija pequeña me preguntó por qué había dos chicas juntas, apagué la televisión y más tarde tuiteé sobre el incidente.
Tenemos que adoptar una postura audaz contra lo que Satanás está utilizando para destruir a una generación. El mundo nos dice que no podemos tener una opinión contraria a lo que alguien piensa y al mismo tiempo amar a esa persona, pero se equivocan. Hechos 4:33 habla de que si decimos la verdad, la gracia de Dios caerá sobre nosotros. La misma gracia que cayó sobre mí cuando pedí a Jesús que viniera a mi vida puede caer sobre las personas de la comunidad LGBT.
He tenido muchos amigos que a lo largo de los años han anunciado abiertamente ser homosexuales. Mi amor por ellos nunca ha cesado. Mis mensajes de texto en sus cumpleaños no han cesado. Mis mensajes de texto al azar recordándoles lo mucho que están en mi corazón continúan.
Veo el pecado de la homosexualidad de la misma forma que veo mi propio pecado. Nunca he tratado a mis amigos homosexuales de forma diferente, porque mi pecado clavó a Jesús en la cruz tanto como el de ellos. No son diferentes de cualquiera que haya tenido relaciones sexuales antes del matrimonio, haya vivido en adulterio, o haya cometido cualquier otro pecado. Nosotros, como cristianos, tenemos que ser lo suficientemente valientes como para proclamar la nada popular verdad de Dios en un mundo que vendrá contra nosotros.
Las líneas entre el bien y el mal no pueden ser borrosas. Recuerda que Jesús nos llama a ser luz en un mundo oscuro. Ser luz no significa solo amor y bondad o amor y gracia. Significa amor y verdad. Jesús no podía ser una cosa sin la otra. Tampoco puedo yo y tampoco puedes tú. Si amas a alguien, le dices la verdad.