La BGEA tuvo la oportunidad de conversar con el Dr. Núñez en 2022 y, en el marco de la conmemoración del Día de la Reforma el 31 de octubre, presentamos sus comentarios y análisis acerca de cómo la iglesia evangélica hispana se sigue beneficiando de los esfuerzos y sacrificios de los grandes reformadores.
Los resultados de la entrevista con el Dr. Núñez han sido publicados en dos partes. Lee la primera parte aquí.
En la década de 1970, el famoso teólogo René Padilla lamentaba que la iglesia latinoamericana era una «iglesia sin teología», argumentando que hasta ese momento solo replicaba lo que aprendía de la iglesia estadounidense. Muchos creen que ese tiempo ha pasado y que usted es un representante de lo que podríamos llamar «la iglesia hispana nativa». ¿Qué opina usted al respecto?
Bueno, no creo ser «el representante», pero sí definitivamente un representante de la Iglesia latinoamericana. La realidad es que ninguno de nosotros hace nada comenzado de cero, sino que todos hemos recibido un legado.
En los diferentes momentos de la historia de la iglesia, todos nosotros hemos estado parados sobre hombros de gigantes, comenzando por la piedra angular, que es nuestro Señor Jesucristo, seguido de Pablo y muchos otros líderes de la iglesia primitiva. Durante los siguientes mil años, probablemente Agustín fue el siguiente gran teólogo de la Iglesia, y en los siglos posteriores, muchos otros construyeron sobre las bases que ellos habían cimentado. Luego vinieron los teólogos de la Reforma y, siglos después, Estados Unidos recibió el legado de la Iglesia Europea.
La palabra iglesia, aplicada a la sociedad cristiana, fue utilizada por primera vez por el propio Jesús cuando le dijo a Pedro: «Sobre esta piedra edificaré mi iglesia» (Mateo 16:18). Él es el fundamento de toda la experiencia cristiana. — Billy Graham
Cada región y cada iglesia deja su legado en el tiempo como evidencia de la obra de Dios. Cuando llegó su momento, Estados Unidos también hizo su propio legado, y ciertamente Latinoamérica se favoreció y fue bendecida por ese legado.
Y yo creo que ha llegado el momento para que América Latina pueda desarrollar una expresión propia de la misma teología ortodoxa entregada a la iglesia desde el primer siglo; una teología no despegada de la historia, sino con plena conciencia de que estamos construyendo sobre hombros de gigantes de la fe.
Cuando hablo de tener una expresión propia, no estamos hablando de crear una teología diferente. Cada expresión tiene lugar dentro de un contexto cultural y en respuesta a la cosmovisión de la región que necesita ser cambiada para conformarla a una cosmovisión bíblica.
En el caso de Latinoamérica, de forma similar a otras cosmovisiones del Sur Global, la mayoría de las personas creen con facilidad en lo espiritual. La gente sueña algo y busca darle una interpretación; otras dicen ver apariciones y recibir mensajes a través de personas o líderes espiritistas. Entonces, cuando esas personas vienen a la fe cristiana, la gente tiende a traer consigo una serie de creencias que continúan creyendo junto con las nuevas convicciones bíblicas. Por este motivo, en Latinoamérica, algo que se cuestiona con frecuencia es la suficiencia de las Escrituras. La gente quiere creer en la Biblia y añadir sueños, visiones y nuevas revelaciones.
Entonces, los teólogos latinoamericanos tenemos la labor de explicar la teología bíblica con claridad para contrarrestar todos los errores propios de nuestra región.
¿Qué tanto cree usted que hemos avanzado en el desarrollo de esta expresión latinoamericana de la teología? ¿Podría ofrecer un recuento de lo que se ha logrado?
América Latina no recibió el movimiento reformado de la forma en que lo recibió Europa. Lo recibimos por medio de misioneros que llegaron poco a poco, muchas veces solos, y que muchas veces no contaban con una teología reformada sólida que proporcionara una base para un movimiento de plantación de iglesias.
«La iglesia no es solo un edificio o una congregación determinada, sino la comunidad espiritual de todos los que pertenecen a Jesucristo. Si pertenecemos a Cristo, también nos pertenecemos unos a otros». — Billy Graham
Entonces, la mayoría de los primeros plantadores de iglesias en las décadas de 1960 y 1970 tenían las mejores intenciones, pero no tenían nada de entrenamiento; si lo tenían, era escaso. Su pasión era mayor que su conocimiento. Entonces, lamentablemente, las iglesias resultantes fueron iglesias débiles.
Fueron escasos los teólogos latinoamericanos de la época como René Padilla y otros, y lo que ellos hicieron fue sentar las bases. Pero ahora yo creo que nosotros tenemos lo que se requiere para poder crear un movimiento de plantación de iglesias más sanas y más maduras. Tenemos líderes mejor formados y hemos desarrollado incluso instituciones propias por medio de las cuales estamos formando nuevos líderes.
Tristemente, en las últimas décadas, la iglesia en América Latina ha sido fuertemente influenciada por la ideología de lo que se conoce como «el evangelio de la prosperidad». ¿Cree usted que hemos comenzado a saltar este obstáculo?
Yo creo que este proceso ha comenzado, sin duda. Yo no creo que el problema esté solamente en una u otra denominación, sino que algunas denominaciones y movimientos fueron afectados más fuertemente por el animismo de nuestra región, y por la facilidad para aceptar esa espiritualidad extrabíblica de la que hablábamos. Como ya lo comentamos, muchas veces cuando una persona anismista se convierte al cristianismo, no deja atrás su animismo, sino que trata de «pintarlo» de cristianismo; sin embargo, como sabemos, eso no solo no funciona, sino que representa una irreverencia a la revelación inerrante e infalible de la Palabra de Dios. El Evangelio nos llama a rechazar cualquier creencia ajena a la Biblia.
«La Biblia no promete que todos los que sigan a Jesús se harán ricos, ni que siempre estaremos libres de enfermedades. Tampoco dice que el dinero sea lo más importante de nuestra vida, aunque Dios nos lo confíe. La Biblia dice: “… y aunque se multipliquen sus riquezas, no pongan el corazón en ellas” (Salmo 62:10)». — Billy Graham
Entonces, yo creo firmemente que el proceso de superar todo esto ha comenzado. Yo conozco de manera personal a mucha gente que estuvo en ese movimiento de prosperidad y que ha salido para abrazar una mejor doctrina. Conozco pastores que renunciaron al evangelio de la prosperidad delante de sus iglesias y les costó que cientos de miembros salieran de ellas.
No creo que lo hayamos superado por completo, pero no tiene la fuerza que tuvo. Hoy en día hay mucho rechazo hacia las falsas doctrinas. Sin embargo, recordemos que los malos movimientos dentro de la iglesia han existido siempre, desde la época de Pablo. Ese es uno de los muchos ámbitos en los que debemos confiar en la soberanía de Dios. Martín Lutero decía que «aun el diablo es el diablo de Dios».
¿Qué le diría usted a la siguiente generación de líderes latinoamericanos, aquellos que se están preparando hoy para servir a la iglesia en el futuro?
Las generaciones más jóvenes por lo general tienen mucha pasión, pero no tienen todavía suficiente experiencia. Yo creo que además de la preparación teológica, la experiencia es vital, puesto que la madurez —que incluye el conocimiento más los años vividos— es lo que te va a permitir sopesar mejor la verdad y el error, y es lo que trae como fruto mayor discernimiento. Todos necesitamos discernimiento porque, cuando no lo tenemos, cometemos errores. Los errores tienen consecuencias y las consecuencias pueden ser muy duraderas.
Esta generación también tiene una característica muy particular. Es una generación que está acostumbrada a que las cosas sucedan muy rápido, y como saben que esa rapidez es posible, justo eso es lo que esperan.
He notado que muchos jóvenes piensan que porque han conseguido tener una voz dentro de la iglesia local, creen que inmediatamente pueden saltar y tener voz en el mundo internacional. Desean que el mundo entero los escuche.
Yo, por ejemplo, nunca soñé con tener una voz a nivel internacional. Yo empecé a nivel local, creciendo junto con mi iglesia, mientras maduraba emocional y espiritualmente. En ocasiones la gente me pregunta: Pastor, ¿cómo hizo para crear una plataforma? Y siempre respondo que ese nunca fue mi objetivo. Mi objetivo era enseñar la Palabra de Dios. Y fue Dios el que con el tiempo proveyó esa plataforma. Cuando me vine a percatar, el Señor ya me había puesto ahí.
Entonces yo creo que esta generación necesita ser paciente, aprender de otros que van delante, y tratar de ser menos autónomos. Entender que todos estamos construyendo, parados sobre hombros de gigantes como dijimos, y debemos sacar buen provecho del legado que generaciones anteriores nos han dejado.
«El Dios Todopoderoso nunca cambia. Y un Dios que es inmutable en santidad, fidelidad y amor hace posible que cualquier persona, en cualquier época, sea cambiada de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz y del dominio del diablo al dominio de Dios. Los tiempos, pueden estar cambiando, pero gracias a Dios, Él nunca cambia». — Franklin Graham
¿Cree usted que las generaciones jóvenes de hoy enfrentan mayores retos que otras generaciones?
Sin duda, esta generación tiene más tentaciones que todas las generaciones anteriores. Josh McDowell, en su libro La generación desconectada, dice que en esta época, un adolescente encuentra más tentaciones en el autobús que lo lleva de la casa a la escuela, que lo que su abuelo encontraba el viernes por la noche cuando salía a buscar la tentación.
Hoy en día no es necesario salir de casa para encontrar la tentación. Está disponible en cualquier dispositivo, en la privacidad de la habitación, y además es gratuita.
«Cuando escucho las noticias, parece que vamos de mal en peor, y tengo un sentido de urgencia… Sé que la única esperanza para este mundo es Dios y su hijo Jesucristo… No me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para la salvación de todo el que cree». — Franklin Graham
Y aun si uno no cae en la tentación, su peor enemigo será la distracción. Es muy fácil estar ocupado, siempre queriendo hacer algo, de tal forma que la población en general no tiene tiempo de reflexionar.
Por lo tanto, esta generación debe ser apercibida de los riesgos que enfrentamos. El apóstol Pablo escribió en sus cartas en más de una ocasión: «Estad alerta». Y Pedro escribió: «Estad alerta, porque Satanás anda como león rugiente buscando a quién devorar».
Si me pidieran que le diera un solo consejo a los jóvenes, yo les diría lo que la Palabra dice en Jeremías 9:24: «Pero si alguien se gloría, gloríese de esto: De que me entiende y me conoce…». Nuestra única gloria está en el conocimiento del Señor, y todos los problemas de la iglesia radican en no conocer a Dios.
Tristemente, hoy en día hay muchos líderes en la iglesia que preferirían iglesias con mucha gente, tener gran reconocimiento, tener numerosos ministerios, y muchas otras cosas, en vez del poder de Dios. La Palabra dice que nosotros no podemos hacer nada sin Él, y a nuestra naturaleza pecaminosa no le gusta esa idea. Queremos gloriarnos en nosotros mismos. El hombre quiere tomarse el crédito, aunque sea un uno por ciento. Sin embargo, es Dios el que hace todo en nosotros y a través de nosotros. Él recibe toda la gloria, tanto en nuestra salvación como en la obra del ministerio. Nadie busca a Dios por sí mismo, nadie absolutamente. Es su gracia. Como vemos en Romanos 3:10-11, es Dios quien sale a buscarnos.