Lectura bíblica: Marcos 14:69-72
Cuando pensamos en el sacrificio de Jesús, a menudo pensamos en el indecible dolor físico que soportó.
Lo golpearon, lo azotaron hasta casi matarlo y le clavaron una corona de espinas en la cabeza. Tuvo que cargar con su propia cruz. Le clavaron clavos en la carne antes de elevarle por los aires para que se asfixiara en una de las formas más inhumanas y crueles de pena capital jamás concebidas.
Es difícil no centrarse en el dolor que Él soportó por nosotros. Pero quiero que consideres otra forma en que Jesús sufrió en los momentos previos a su crucifixión. Considera el dolor emocional que Cristo soportó cuando aquellos que eran las personas más cercanas a Él le dieron la espalda.
Por supuesto, también hubo un momento en el que Jesús gritó «Elí, Elí, ¿lama sabactani? (que significa “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”)» (Mateo 27:46, NVI). Ese fue el momento cuando Dios Padre apartó su rostro de su Hijo, y que debió de ser el golpe más demoledor de todos.
Sin embargo, veamos el elemento humano, el «círculo íntimo» de Cristo.
Jesús eligió personalmente a doce discípulos a los que amó y en los que invirtió fielmente. Estos hombres casi podrían considerarse su familia terrenal, siempre alrededor suyo, aprendiendo de Él y sirviendo en su ministerio. Jesús los amaba y, sin embargo, sabía —mucho antes que ellos, de hecho— que un par de estos hombres lo traicionarían públicamente.
Judas, ciertamente, es el que viene instantáneamente a nuestra mente. Después de todo, fue su traición la que finalmente condujo al arresto y crucifixión de Jesús. Se nos dice en Lucas 22:3 que «… entró Satanás en Judas…».
Juan 13:2 dice que el diablo incitó a Judas para que traicionara a Jesús. Judas fue a ver a los jefes de los sacerdotes y a los oficiales, aceptó un pago de ellos y luego planeó activamente cómo traicionar a Jesús y entregarlo en sus manos cuando no hubiera una multitud alrededor de Él.
La traición de Judas fue la traición suprema, y tuvo como resultado directo un juicio que fue una farsa, y finalmente la agonía de la Cruz.
Pero me pregunto si la segunda traición habrá dolido tanto o más que la primera.
Junto con Santiago y Juan, Pedro era uno de los amigos más íntimos de Jesús, y lo eligió para ser testigo de momentos clave de su ministerio terrenal. Por ejemplo, Pedro estuvo presente en la transfiguración de Jesús en la montaña y en el huerto de Getsemaní en la víspera del sacrificio de Cristo. Incluso sacó una espada y trató de defender físicamente a Jesús cuando estaba siendo arrestado (Juan 18:10).
La negación de Jesús por parte de Pedro —que, según el Evangelio de Marcos, Jesús ya había predicho antes de partir hacia Getsemaní— debió doler profundamente. Mientras Jesús era golpeado y ridiculizado (Marcos 14:65), Pedro se dedicó a negar que siquiera lo conocía (Marcos 14:66-72). Tres veces se acercaron a Pedro para preguntarle si estaba asociado con Jesús, y tres veces Pedro lo negó. «Él comenzó a echarse maldiciones. —¡No conozco a ese hombre del que hablan! —les juró» (Marcos 14:71).
En medio de la angustia de Cristo, sus amigos le dieron la espalda (Mateo 26:31, Mateo 26:56). Aun cuando Jesús sabía que eso iba a suceder y comprendió que así tenía que ser, ¡qué dolor emocional debió causarle esto!
Tal vez al leer esto, te sientas identificado. Tal vez tienes amigos o familiares que te han dado la espalda, o tal vez —como Judas— ellos han sido causantes del sufrimiento que ahora estás padeciendo. Tal vez estés luchando contra el dolor y la desesperación, y las personas en las que creías que podías confiar han desaparecido. Tal vez otros miembros de la iglesia te han hecho daño. El dolor corporal duele físicamente, pero el dolor emocional hiere directamente tu alma.
Amigos míos, estoy aquí para decirte que, tristemente, la gente te decepcionará. La gente te dará la espalda y te causará dolor. Como vemos, aun nuestro Señor pasó por esto. Pero aquí está la clave: Jesús fue abandonado, traicionado y crucificado, ¡pero Él conquistó todo eso! La gente es imperfecta, ¡pero Cristo ha resucitado y es victorioso!
La Biblia nos dice que no debemos poner nuestra fe en los seres humanos. En lugar de eso, en esta Pascua, pon tu confianza en Aquel que soportó el desprecio, el dolor y la traición de sus amigos, para que tú puedas tener una esperanza que va mucho más allá de las trampas y el sufrimiento en este mundo.
Jesús sufrió y murió para salvarte del pecado. Pídele hoy que entre en tu corazón y en tu vida.
Lectura bíblica: Marcos 14:69-72
69 Cuando la criada lo vio allí, les dijo de nuevo a los presentes: —Este es uno de ellos.
70 Él lo volvió a negar. Poco después, los que estaban allí le dijeron a Pedro: —Seguro que tú eres uno de ellos, pues eres galileo.
71 Él comenzó a echarse maldiciones. —¡No conozco a ese hombre del que hablan! —les juró.
72 Al instante un gallo cantó por segunda vez. Pedro se acordó de lo que Jesús le había dicho: «Antes de que el gallo cante por segunda vez, me negarás tres veces». Y se echó a llorar.