Devocional de Will Graham: ¿Oras por la salvación de tu cónyuge?

Lectura bíblica: 1 Pedro 3:1-2

El matrimonio es un don muy especial, diseñado por Dios para ser una unión amorosa, solidaria y satisfactoria. Sin embargo, en algunos casos es más bien una lucha espiritual llena de súplicas, oraciones, sentimientos heridos y relaciones dañadas. Me refiero a los matrimonios en los que uno de los cónyuges es creyente en Jesucristo y el otro no.

Quizá tu matrimonio coincida con esta descripción. Tu eternidad está segura en tu Salvador, pero tu cónyuge sigue viviendo la vida según sus propias reglas, e incluso puede que se burle abiertamente de ti por tu fe. Aunque amas a tu cónyuge, cada día se siente como una lucha entre los dos, y entre tú y Dios mientras oras por tu esposo o tu esposa.

¿Cómo compartir tu fe de forma que glorifiques a Cristo y a la vez atraigas amorosamente a tu cónyuge a buscar una relación con Él?

No descuides tu propia fe

Es posible que lo más fácil sea hacer de tu fe un asunto privado y no vivirla diariamente, descuidando así tu propio crecimiento y la comunión con otros creyentes. Sin embargo, es importante que madures como creyente.

Hebreos 10:24-25 dice: «Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacer algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca».

Una de nuestras empleadas conoció a Cristo siendo adulta, y como su esposo se oponía a que ella asistiera a la iglesia, la emisora de radio cristiana local se convirtió en su espacio de crecimiento espiritual. La música y las prédicas que allí escuchaba la edificaban y la animaban.

Este convivencia puede adoptar distintas formas según la situación en la que te encuentres, pero si quieres que tu cónyuge encuentre la misma esperanza que tú has encontrado, no descuides tu propia fe.

No te quejes

Piensa en cómo te sentirías si tu cónyuge tratara constantemente de presionarte para que hicieras algo con lo que no te sientes a gusto, o si hiciera comentarios con cierto grado de agresividad pasiva, o potencialmente irrespetuosos (sobre todo delante de tus hijos).

1 Pedro 3:1-2 dice: «Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos de modo que, si algunos de ellos no creen en la palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras, al observar su conducta pura y respetuosa».

Te darás cuenta de que Pedro no dijo: «Esposas (o esposos), usen las palabras correctas —y úsenlas a menudo— para que ustedes los lleven a Cristo». Éste es un caso en el que la Biblia dice que debes dejar que sean tus actos respetuosos y puros los que hablen por ti, y Dios los utilizará para llegar a tu cónyuge.

Por decirlo de otro modo, alguien me dijo una vez: «No quieras ser el Espíritu Santo de tu cónyuge». No depende de ti que tu cónyuge vaya al cielo, por mucho que te quejes.

Ama a tu cónyuge

Por supuesto que amas a tu cónyuge. Creo que muchos de ustedes están leyendo este devocional debido a ese amor y preocupación. Mientras sigues mostrándole amor a tu cónyuge, vuelve a visitar 1 Corintios 13 y, en oración y con sinceridad, haz un autodiagnóstico.

«No puedes llevar a tu cónyuge al cielo con tu amor, pero, aun si tu cónyuge tiene el corazón endurecido, puedes mostrarle el amor de Jesús todos los días».

will graham

(Por cierto, esta nota es para todos, independientemente de si sus cónyuges tienen o no una relación con Jesucristo).

¿Tu amor es paciente y bondadoso? ¿O es envidioso, presumido, orgulloso, grosero, egoísta y se enoja fácilmente? ¿Tu amor guarda rencor y se deleita en el mal, o se regocija en la verdad? ¿Tu amor protege, confía, espera y persevera?

No puedes llevar a tu cónyuge al cielo con tu amor, pero, aun si tu cónyuge tiene el corazón endurecido, puedes mostrarle el amor de Jesús todos los días.

Nunca dejes de orar

Y eso nos lleva quizá al punto más importante. ¡Ora!

Sé fiel e «incesante» en tus oraciones por tu cónyuge. Aunque su corazón esté endurecido ante el Evangelio, nada derriba esos muros como el poder de la oración. La Biblia nos dice repetidamente que Dios escucha y responde a las oraciones de los justos, y que no quiere que ninguno perezca. Cuando ores, apóyate en esa promesa y encuentra descanso en ella.

Amigos míos, no puedo decir que conozco la realidad en la que viven, pero sí tengo personas a las que aprecio mucho y que aún no son creyentes. Comprendo el dolor de verlos caminar sin rumbo por la vida, buscando algo pero sin querer ser humildes y aceptar a Cristo. Oro para que estas palabras te ayuden en tu propia relación, ¡y espero alegrarme contigo cuando llegue el día de la salvación de tu cónyuge!

Lectura bíblica: 1 Pedro 3:1-2

1 Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos de modo que, si algunos de ellos no creen en la palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras, 

2 al observar su conducta pura y respetuosa.