Lectura bíblica: Santiago 1:2-4
Con tanta incertidumbre en el mundo ahora mismo, es fácil hundirse en la desesperación. Las noticias son siempre nuevas, las 24 horas del día, y están repletas de advertencias funestas procedentes de todo el mundo. Las redes sociales están inundadas de los peores escenarios, además de odio, faltas de respeto y amargos desafíos.
Como cristianos, con frecuencia tendemos a tener una visión un poco más centrada en la eternidad. Sin embargo, incluso nosotros de pronto nos vemos atrapados en la histeria, y perdemos de vista el hecho de que Dios sigue estando en control. Sustituimos la verdad de la Palabra de Dios por la última mala noticia que vimos en internet. Aceptamos la prisión de la desesperanza creada por el mundo, y al hacerlo perdemos el consuelo y la paz que Jesús da gratuitamente a los que confían en Él.
Piensa en tu propia vida. No siempre está limpia y ordenada, ¿verdad? Aunque muchos de nosotros contaríamos la historia de nuestras vidas siguiendo un patrón lineal, la realidad es que nuestras experiencias se parecen más a un sinnúmero de líneas entrecruzadas: altibajos, retos, éxitos, bendiciones y luchas.
Comenzamos a hundirnos en algo que parece insuperablemente doloroso en el momento, pero finalmente seguimos adelante con nuestras vidas una vez que aquella situación ha quedado en el pasado.
A menudo recordamos los momentos difíciles por los que hemos pasado, pero olvidamos la forma en que Dios actuó en medio de esas dificultades para sacarnos adelante.
En este mundo puedes esperar dificultades, pero también la victoria en Cristo, y esto es muchísimo más importante.
La Biblia nos dice que esperemos desafíos, y que crezcamos por medio de ellos. «Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada» (Santiago 1:2-4). En los tiempos de prueba, Dios está trabajando en ti, desarrollando tu fe y tu carácter para su gloria.
La vida es dura, y el dolor que soportamos es muy real. Sin embargo, si nos aferramos a las promesas de Cristo en medio del sufrimiento, comprendiendo que «…el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús» (Filipenses 1:6), no tenemos motivos para retroceder. En lugar de perder la esperanza ¡reclamamos la victoria que tenemos en Aquel que nos salvó!
Esta victoria no es un éxito momentáneo que depende del diario ir y venir de la vida. Tampoco está ligada a una enfermedad o a la pérdida de un trabajo; ni siquiera a la muerte de un ser querido. Aunque vivimos en un mundo temporal, la victoria que tenemos es eterna e inmutable. Como dijo Jesús: «Lo mismo les pasa a ustedes: ahora están tristes, pero cuando vuelva a verlos se alegrarán, y nadie les va a quitar esa alegría» (Juan 16:22). ¡Es la esperanza de Jesús en nosotros!
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Lectura bíblica: Santiago 1:2-4
2 Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas,
3 pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia.
4 Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada.