Lectura bíblica: Tito 2:14
Para la gente que vivía en la época de Jesús, la cruz no era una bonita pieza de joyería ni un adorno para colgar en la pared. Más bien era un instrumento bárbaro de tortura y ejecución.
La cruz tenía como objetivo, no solo provocar agonía y eventualmente la muerte, sino a hacerlo de forma tan obscena, traumática, humillante y pública que todo el mundo supiera muy bien el castigo que recibiría si desobedecía a Roma. Nadie —y quiero decir nadie— quería acabar en una cruz.
Cuando considero la cruz de Jesucristo, a menudo tengo la tentación de preguntar: ¿Por qué Jesús aceptó ser rechazado, golpeado, ridiculizado y crucificado por mí?
Esta pregunta me lleva a menudo a la carta de Pablo a Tito. En Tito 2:14, Pablo escribe sobre Jesús: «Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien».
Este breve pasaje encierra verdades increíbles sobre el gran sacrificio de Cristo en nuestro favor.
En primer lugar, vemos que Jesús murió a causa de su profundo amor por nosotros. Mostró la profundidad de este amor cuando «… se entregó por nosotros». No fue Pilato, ni los líderes religiosos, ni siquiera los romanos quienes finalmente le quitaron la vida. No, Jesús entregó voluntariamente su propia vida por nosotros. 1 Juan 3:16 dice: «En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros…».
En segundo lugar, vemos que Jesús murió para poder redimirnos. Redención significa comprar de nuevo, por un precio establecido. El término se ha explicado en relación con el mercado de esclavos, es decir, cuando un esclavo era redimido de la esclavitud y liberado. Y puesto que éramos esclavos del pecado y estábamos bajo su control (véase Juan 8:34, por ejemplo), Jesús murió para comprar nuestra libertad verdadera y duradera.
¿Por qué tuvo que dar su vida? Porque ése era el precio. En Levítico 17:11 se dice: «Porque la vida de toda criatura está en la sangre. Yo mismo se la he dado a ustedes sobre el altar, para que hagan propiciación por ustedes mismos, ya que la propiciación se hace por medio de la sangre». La única manera en la que Cristo podía comprarnos (redimirnos) era muriendo por nosotros y derramando su propia sangre en lugar de la nuestra.
Finalmente, vemos que Jesús murió para poder purificarnos. Esto significa que, si decidimos creer que Él murió por nosotros, ahora estamos en un proceso de ser hechos santos y apartados para vivir para Dios mientras nos acercamos cada vez más a Él. Jesús murió para que pudiéramos ser liberados del poder de la esclavitud del pecado. ¡Ahora somos suyos!
Jesús fue a la cruz debido a su profundo amor por nosotros, para poder redimirnos y purificarnos para sus buenas obras. Quitó nuestros pecados y los puso sobre sí mismo, y a cambio nos dio su justicia y salvación. Así es como podemos estar seguros de la eternidad en el cielo, no por nada que hayamos hecho, sino por lo que Jesús hizo por nosotros.
En la cruz, Jesús te ofreció el don de la vida eterna. Si aún no has aceptado ese regalo ni has puesto tu fe en Él como tu Salvador, te animo a que lo hagas hoy.
Él murió por ti. ¿Vas a vivir por Él?
Lectura bíblica: Tito 2:14
14 Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien.