Lectura bíblica: Colosenses 3:2-6
Una de las cosas que me sorprendieron durante la pandemia de COVID-19 en 2020 fue cómo desapareció a muchos de nuestros ídolos. Aquellos íconos culturales, políticos y deportivos que emulábamos y venerábamos de repente se detuvieron en seco.
No hubo conciertos, ni partidos de fútbol, ni nuevos estrenos teatrales. El trabajo y la escuela se detuvieron. Las cuentas de ahorro para el retiro se desplomaron rápidamente. Los políticos parecían estar tan confundidos como nosotros. Las cosas a las que la gente se aferraba como anclas para la vida habían desaparecido de repente.
En su ausencia, muchos se dieron cuenta de que necesitaban a Dios.
Casi todos tenemos ídolos en nuestras vidas, que han ocupado un lugar de honor que debería estar reservado a nuestro Señor y Salvador. Se trata de cosas perecederas y temporales, pero les damos prioridad en nuestras vidas y las seguimos casi religiosamente.
La Biblia, de principio a fin, nos advierte repetidamente que evitemos la idolatría y pongamos nuestros ojos en el único Dios Verdadero. Sus amonestaciones no son sugerencias pintorescas, sino proclamaciones contundentes sobre los riesgos eternos de apartarse de Dios para ir en pos de las cosas de este mundo.
Colosenses 3:2-6 dice:
«Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria. Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. Por estas cosas viene el castigo de Dios».
El contraste es claro. Si tu mente está puesta en el Cielo y tu eternidad está rendida a Cristo, te espera la gloria. Por el contrario, si haces de los placeres y los deseos de este mundo tu ídolo —si le das la espalda a Dios y adoras las cosas temporales—, estás en un camino que conduce a la separación eterna de Dios.
La buena noticia y bendición, amigos míos, es que no es demasiado tarde. Si reconoces áreas de tu vida en las que has elevado elementos de este mundo a un lugar de poder en tu vida, te ruego que reordenes hoy tus prioridades y devuelvas a Cristo al trono de tu corazón. Jesús murió para derrumbar los ídolos que antes te controlaban.
Cuando le entregues esas cosas a Él y pongas tu confianza en Él como Salvador, Él te dará una vida nueva y la promesa de la eternidad con Él en el Cielo.
Lectura Bíblica: Colosenses 3:2-6
2 Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra,
3 pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios.
4 Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria.
5 Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría.
6 Por estas cosas viene el castigo de Dios.