Siendo una de las prácticas más antiguas de la cristiandad, la tradición de la Cuaresma ha cambiado considerablemente a lo largo de los años, pero su propósito siempre ha sido el mismo: el autoexamen y el arrepentimiento, demostrados en diversas formas de ayuno.
La palabra «cuaresma» proviene de una palabra del latín que quiere decir «cuarentena», y designa los 40 días en los cuales los cristianos se preparan para celebrar la Resurrección de Cristo en el día de Pascua (Semana Santa).
En algunas tradiciones cristianas, el tiempo de Cuaresma comienza con una señal de arrepentimiento: la colocación de cenizas mezcladas con aceite sobre la cabeza o la frente. Este día se conoce como Miércoles de Ceniza.
Sin embargo, para los creyentes es importante recordar que la Cuaresma debe verse a través de la Cruz. Sin importar qué tipo de práctica espiritual realicemos durante este tiempo, debemos tener en mente que si en verdad creemos que Cristo murió en nuestro lugar y ya pagó la deuda por nuestros pecados, entonces Él ya ha ganado el cielo para nosotros.
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¿Para qué celebramos entonces la Cuaresma?
El tiempo de Cuaresma debe servirnos para analizar nuestro corazón, arrepentirnos de nuestros pecados y alejarnos de ellos. Debemos recordar que las Escrituras dicen que podemos «… acercarnos confiadamente al trono de la gracia» para encontrar ahí «la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos» (Hebreos 4:16).
Al hacer esto, nos acercaremos a Cristo y buscaremos parecernos más a Él. El objetivo no es simplemente quedarnos en el sentimiento de arrepentimiento y culpa por nuestros pecados, sino dar un paso más, dejar nuestros pecados atrás y por la gracia de Dios, restaurar nuestra relación con nuestro Salvador.
¿Cómo te estás preparando?
Para los cristianos de los primeros siglos, esta época sagrada que precede a la Pascua solía ser un tiempo de formación para los nuevos discípulos. Sin embargo, la Biblia nos dice que, tanto si se trata de un nuevo creyente como de uno experimentado, todos debemos tomar un tiempo para crecer como discípulos de Cristo.
Segunda de Timoteo 2:20-22 nos da un buen ejemplo de cómo podemos llevar a cabo esta preparación espiritual:
«En una casa grande no solo hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro, unos para los usos más nobles y otros para los usos más bajos. Si alguien se mantiene limpio, llegará a ser un vaso noble, santificado, útil para el Señor y preparado para toda obra buena. Huye de las malas pasiones de la juventud, y esmérate en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con los que invocan al Señor con un corazón limpio».
Este pasaje forma parte de la advertencia de Pablo a Timoteo sobre los falsos maestros. Considerando la tendencia que existe en nuestra cultura hacia lo que muchos llaman el «evangelio de la prosperidad» (la afirmación de que si tenemos suficiente fe en Dios y vivimos de una manera que le complazca, tendremos pocos o ningún problema en la vida y recibiremos bendiciones materiales), es especialmente importante prestar atención a la advertencia de Pablo.
Para poder prepararnos espiritualmente es importante recibir una enseñanza bíblica sólida. ¿Cómo sabremos la diferencia entre la sana doctrina y las palabras pronunciadas para hacernos sentir mejor? Estudiando y conociendo la Biblia, y orando para obtener sabiduría y discernimiento.
En el versículo 20, los vasos de oro y plata a los que se refiere Pablo son los que se utilizan para fines nobles, y representan las cosas de nuestra vida que nos sirven para crecer en santidad y que pueden utilizarse para glorificar a Dios.
Los últimos recipientes que menciona, «de madera y de barro», probablemente eran recipientes utilizados para la basura y otros desechos. Estos recipientes representan las cosas de las que debemos deshacernos en nuestra vida: todo lo que nos impide acercarnos a Cristo y parecernos más a Él.
¿Cuáles son los recipientes de oro y los recipientes de barro en tu vida?
Un corazón limpio
Pablo concluye este apartado recordándole a Timoteo lo siguiente:
«Huye de las malas pasiones de la juventud, y esmérate en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con los que invocan al Señor con un corazón limpio» (2 Timoteo 2:22).
Pablo le estaba recordando a Timoteo sus responsabilidades como líder joven a la luz de las falsas enseñanzas que lo rodeaban. Cuando cedemos a la corrupción que nos rodea en el mundo («pasiones juveniles»), nos hacemos más susceptibles de caer en pecado y creer mentiras, ya sea directamente del enemigo o de falsos maestros.
Debemos esforzarnos por tener un corazón puro buscando siempre la justicia, la fe, el amor y la paz.
Finalmente, debemos recordar que, como discípulos de Cristo, nuestra preparación espiritual no se limita al tiempo de Cuaresma, sino que es una meta que debemos perseguir diariamente con diligencia.