La gran pregunta: ¿Por qué?

 Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.

Juan 16:33

Tal parece que cada día trae nuevos informes de tragedias masivas naturales o provocadas por el hombre: tornados, incendios, inundaciones, disturbios, tiroteos y más. En círculos más cercanos, es muy probable que hayas pasado por un divorcio, un trabajo perdido, problemas de salud que debilitan o incluso amenazan tu vida o la de un ser querido, o alguna otra prueba desgarradora.

Es completamente natural preguntarse por qué Dios permite que algo así ocurra, por qué hay tanto dolor en este mundo y por qué justamente tú te has visto afectado mientras que otros parecen estar muy bien.

Para ser honesto, yo no tengo la respuesta. Pero hay algunas cosas que sí sé, y podemos confiar en ellas porque se nos prometen en la Biblia.

Dios tiene el control. Aunque todos deseamos tener solo las experiencias de la cima de la montaña, es decir, los momentos maravillosos de la vida en los que todo va bien, la verdad es que esos momentos son pocos y fugaces. No existe un boleto dorado para comprar una vida fácil.

De hecho, en Juan 16:33, Jesús nos dice todo lo contrario: «Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo».

Sí. Siempre habrá tiempos difíciles. Nos ha sido garantizado. Sin embargo, también hay una gran promesa: Cristo ha vencido al mundo y Él tiene el control.

Dios promete que el resultado de tu sufrimiento siempre será el bien. Mi abuelo, Billy Graham, dijo una vez: «Las cimas de las montañas sirven para las vistas y la inspiración, pero los frutos crecen en los valles». Tanto las cimas de las montañas como los valles de la vida nos hacen clamar a Jesús. Las cimas de las montañas nos hacen alabar a Dios, mientras que los valles nos hacen aferrarnos a Él.

Si pones tu fe en Jesús, Él tomará tu sufrimiento y lo usará para un fin positivo. Romanos 8:28 dice: «… sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito».

Es posible que estés recorriendo un valle que es increíblemente difícil y doloroso. Sin embargo, oro que encuentres consuelo en saber que Dios tiene un plan. Puede que no llegues a ver el fruto de este lado de la eternidad, pero incluso ahora Él está trabajando a través de ti. ¡Tu vida es importante!

«Las cimas de las montañas sirven para las vistas y la inspiración, pero los frutos crecen en los valles».

Billy Graham

Dios caminará a tu lado. En Juan 11, leemos que Lázaro, el amigo de Jesús, enfermó y murió. Cuando Jesús llegó cuatro días después, todos —especialmente las hermanas de Lázaro: María y Marta— estaban de luto, y Jesús también se lamentó. Juan 11:33 dice: «Al ver llorar a María y a los judíos que la habían acompañado, Jesús se turbó y se conmovió profundamente». Jesús lloró junto a María y Marta mientras caminaba con ellas por su valle de dolor, aunque Él sabía lo que estaba a punto de hacer. Las lágrimas se convirtieron en alegría cuando Jesús resucitó milagrosamente a Lázaro.

Del mismo modo, Dios no te abandona en medio de tu hora más oscura. Es posible que no veas un milagro de la misma magnitud que la resurrección de Lázaro, pero Dios entiende tu dolor, está contigo y desea consolarte en tu sufrimiento.

Dios promete la eternidad para sus hijos. Además, Dios promete una existencia gloriosa en el Cielo que nos espera al otro lado de las dolorosas realidades de este mundo. Aquellos que ponen su fe y esperanza en Jesús experimentarán lo que se describe en Apocalipsis 21:4: «Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir». ¡Qué promesa tan asombrosa!

Amigos míos, antes del regreso del Señor, cada uno de nosotros morirá en algún momento. Pero desde el punto de vista de la eternidad, lo importante no es cuándo te tocará presentarte delante Dios, sino dónde estás con Dios ahora. Si has puesto tu fe en Jesús, aférrate a Él. Si no lo has hecho, no lo pospongas más. Él es la esperanza que estás buscando, y el único remedio verdadero y duradero en este mundo caído.

No esperes. Confía en Jesús ahora mismo.