Ya sea que estés buscando a Dios por primera vez o que seas un creyente de toda la vida, existe una alta probabilidad de que tengas preguntas acerca de la oración. ¿Cómo se supone que debes orar exactamente? Y, ¿Por qué debes hacerlo? Aquí algunas pautas de Billy Graham.
¿Cómo me dirijo a Dios?
La oración es simplemente hablar con Dios, y lo más importante que puedo decir al respecto es que: ¡Dios quiere que le hables! Él nos ama y ha prometido escuchar cuando oramos. ¿Cómo puedes aprender a orar? Primero, comprende por qué es posible orar.
La oración es posible porque Jesucristo ha eliminado la barrera que existía entre Dios y nosotros. Una barrera causada por nuestros pecados. El pecado nos separa de Dios y, por lo tanto, no tenemos derecho a presentarnos delante de Él. Pero con su muerte en la cruz, Jesucristo pagó el castigo por nuestros pecados y destruyó la barrera. De ahí en adelante, Dios nos da el privilegio de venir ante su Presencia cuando entregamos nuestras vidas a Cristo.
La Biblia dice: «Acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos» (Hebreos 4:16). Si nunca lo has hecho, pídele a Jesucristo que venga a tu vida hoy.
Ahora Dios te puede recibir ante su presencia y promete escucharte, y Él no miente. La Biblia dice: «Esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que, si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye» (1 Juan 5:14, NVI). Confía en sus promesas y aprende a llevarle toda preocupación a Él en oración.
¿Dios sólo escucha cuando oramos en voz alta?, ¿O también cuando oramos en silencio? Por favor disculpa si ésta es una pregunta tonta, pero no crecí en un hogar religioso y acabo de recibir a Jesucristo.
No te avergüences por preguntar cuando no entiendes algo de la vida cristiana. Después de todo, Dios quiere que lo conozcas más y más cada día. Los discípulos de Jesús repetidamente le pedían ayuda, y tú y yo deberíamos hacer lo mismo. En una ocasión dijeron: «Señor, enséñanos a orar» (Lucas 11:1, NVI).
Sí, Dios escucha nuestras oraciones en toda ocasión, ya sea que estemos orando en voz alta o en silencio en nuestra mente y corazón. Después de todo, Él conoce todo acerca de nosotros y todo lo que nos pasa por fuera y por dentro. Lo bueno y lo malo. La Biblia dice que Dios «juzga los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4:12, NVI). La Biblia también dice, «El SEÑOR detesta los malos pensamientos, pero se alegra con las palabras amables» (Proverbios 15:26, PDT).
Dios aún escucha nuestras oraciones cuando no podemos expresarlas con palabras. En ocasiones, por ejemplo, cuando nuestros corazones están cargados o confundidos, y ni siquiera podemos hablar, la Biblia dice: «En nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras» (Romanos 8:26, NVI).
Uno de los regalos más grandes de Dios a nuestras vidas es el privilegio de la oración, el cual es posible gracias a lo que Jesucristo hizo por nosotros en la cruz. Agradece a Dios por el privilegio de la oración y aprende diariamente a depositar «en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes» (1 Pedro 5:7, NVI).
¿Realmente contesta Dios las oraciones?
La oración es uno de nuestros mayores privilegios como hijos de Dios, y aún si parece que Dios no responde en un inicio, no dejes de orar. Dios te ama, y no dejará ni una sola petición sin respuesta.
Jesús contó en una ocasión, la historia de una viuda necesitada quien repetidamente pedía a un juez corrupto que le hiciera justicia. (Puedes leer más en Lucas 18:1-8). Una y otra vez el juez se negaba a hacerlo, no porque su petición fuera incorrecta, sino porque a él simplemente no le interesaba.
Pero dada su persistencia, eventualmente el juez cedió y le dio lo que le correspondía. Jesús dijo que mucho más escucha Dios las oraciones de Su pueblo, pues Él es justo y tiene cuidado de nosotros. Nunca debemos darnos por vencidos.
Pero déjame añadir dos puntos más. Primero, ten en cuenta que en ocasiones Dios responde nuestras oraciones y lo pasamos por alto. ¿La razón? Su respuesta pudo haber sido «no» o «espera». Sí, creemos que sabemos lo que es mejor para nosotros, pero Dios ve todo el panorama, y a veces, en amor, Él se rehúsa a darnos lo que pedimos, pues sabe que no va de acuerdo con su plan perfecto.
Segundo, recuerda que tememos el privilegio de acudir a Dios sólo porque Jesucristo murió por nuestros pecados. ¿Le has entregado tu vida? Si no, deja que tu primera oración sea de confesión y de fe, pidiéndole que sea tu Señor y Salvador.