Unidos a Cristo en la vida y en la muerte

Un hombre coloca una cruz en lo alto de una iglesia en las Montañas Nuba en Sudán en 2008. Foto: Paul Sherar, Samaritan's Purse.

¿Qué concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él? ¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte. De modo que, así como Cristo resucitó por el glorioso poder del Padre, también nosotros andemos en una vida nueva.

En efecto, si hemos estado unidos con él en una muerte como la suya, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección. Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado; porque el que muere queda liberado del pecado.

Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, confiamos en que también viviremos con él. Pues sabemos que Cristo, por haber sido levantado de entre los muertos, ya no puede volver a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre él. En cuanto a su muerte, murió al pecado una vez y para siempre; en cuanto a su vida, vive para Dios. De la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. Por lo tanto, no permitan ustedes que el pecado reine en su cuerpo mortal ni obedezcan a sus malos deseos. No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia; al contrario, ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida, presentando los miembros de su cuerpo como instrumentos de justicia. Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la Ley, sino bajo la gracia.

Romanos 6:1-14, NVI

Romanos 6 gira en torno a que los creyentes se conviertan en personas semejantes a Cristo de forma auténtica. El apóstol Pablo está sentando bases muy profundas para nuestras vidas. Así que acompáñenme a Romanos 6.

«¿Qué concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado para que la gracia abunde?» (Romanos 6:1). Es decir, ¿podemos permanecer en un patrón de pecado porque el perdón está garantizado y tenemos una posición correcta ante Dios solo por la fe? 

La respuesta de Pablo en Romanos 6:2 es: «¡De ninguna manera!». ¡Absolutamente no! No sigas pecando para que la gracia abunde.

¿Por qué no? Su respuesta viene en forma de pregunta: «Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?» (Romanos 6:2). Es decir, ya que has muerto al pecado, no puedes seguir viviendo en él. 

Ahora bien, esto plantea dos preguntas que quiero tratar de responder. Primero, ¿qué significa «hemos muerto al pecado»? Segundo, ¿qué significa «¿cómo podemos seguir viviendo en él?»? 

La primera pregunta: ¿Qué quiere decir Pablo en el versículo 2 con «hemos muerto al pecado»? El «nosotros» aquí somos los cristianos, es decir, los creyentes. Lo sabemos porque en el versículo 3, el «nosotros» incluye a los que hemos sido «bautizados para unirnos con Cristo». 

Probablemente el versículo más importante para explicar esto es el versículo 5: «En efecto, si hemos estado unidos con él en una muerte como la suya, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección».

Para los creyentes, existe una unión con Cristo. Observen las palabras: «… hemos estado unidos con él en una muerte como la suya». Su muerte es nuestra muerte. Primera de Corintios 1:30 dice: «Pero gracias a él [Dios] ustedes están unidos en Cristo Jesús». Dios establece una unión entre los creyentes y Cristo, de tal manera que decide contar la muerte de Cristo como nuestra muerte.

Así que cuando el versículo 2 pregunta: «Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?», se está refiriendo a nuestra muerte con Cristo cuando Él murió. Ya que estuvimos unidos con Él en su muerte, desde la perspectiva de Dios, nuestra muerte ocurrió el día en que Cristo murió.

Confirmemos esto con algunos otros versículos. Versículo 6: «Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él». Esta es otra forma de decir que morimos o que «hemos estado unidos con él en una muerte como la suya». La «vieja naturaleza» es el yo que era rebelde contra Dios, insubordinado a la ley de Dios, ciego a la gloria de Dios e incrédulo hacia sus promesas. Cuando Cristo murió, Dios consideró que el viejo yo pecador murió con Él.

Para otra confirmación, miremos el versículo 8: «Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, confiamos en que también viviremos con él».

Esa es la respuesta de Pablo a la primera pregunta: ¿A qué muerte se refiere Pablo cuando dice: «Nosotros, que hemos muerto al pecado». Se refiere a nuestra muerte con Cristo por nuestra unión con Él.

No puedes seguir viviendo en pecado

La segunda pregunta es: ¿A qué se refiere Pablo al decir: «Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?»

«Dios establece una unión entre los creyentes y Cristo, de tal manera que decide contar la muerte de Cristo como nuestra muerte».

Si has muerto al pecado, no puedes seguir viviendo en pecado. Pero, ¿acaso está Pablo enseñando el perfeccionismo, es decir, que una vez que te conviertes, ya no vuelves a pecar?

Varias razones del contexto me hacen pensar que Pablo no quiere decir eso.

1) Lo que Pablo niega no es que nunca puedas cometer un pecado, sino que no puedes «vivir en él». Esta frase corresponde a la pregunta del versículo 1: «¿Vamos a persistir en el pecado para que la gracia abunde?». La idea en estas dos frases, persistir en y vivir en es que cuando nos hemos unido a Cristo en su muerte, no podemos seguir con el mismo patrón de pecado inalterado en nuestras vidas.

2) Otro indicador del significado de Pablo está en el versículo 6: «Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado». Aquí el efecto de ser crucificados con Cristo es que dejamos de ser «esclavos del pecado». Es posible caer en actitudes y acciones pecaminosas sin que el pecado sea tu amo supremo. Como dice el versículo 14: «Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la Ley, sino bajo la gracia». Ser liberado del dominio, esclavitud o dominio del pecado no es lo mismo que ser totalmente perfecto sin pecado.

3) En el versículo 11 Pablo dice: «considérense muertos al pecado». En el versículo 12 dice: «Por lo tanto, no permitan ustedes que el pecado reine en su cuerpo mortal ni obedezcan a sus malos deseos». Y en el versículo 13 dice: «No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia». Si no hay una batalla continua contra el pecado en la vida cristiana, entonces ¿por qué estos mandamientos? Creo que implican claramente que, aunque hemos muerto al pecado y por lo tanto no podemos «vivir en» o «persistir en» el pecado, podemos pecar, y pecamos. Por tanto, debemos aferrarnos a la realidad de lo que nos ha sucedido en nuestra unión con Cristo y confirmarlo en nuestra vida diaria. Considérense muertos. No dejen que reine el pecado. No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado.

Nuestra muerte con Cristo es nuestra liberación del pecado

He aquí mi conclusión sobre nuestra muerte con Cristo y nuestra liberación del pecado.

En primer lugar, en Cristo —es decir, en nuestra unión con Cristo que Dios estableció según el versículo 5— estamos muertos al pecado, lo que significa que en nuestra posición e identidad más verdaderas, estamos completa y finalmente muertos al pecado: tanto a su culpa como a su poder. Esto es decisivo, irrepetible e inmutable. Este es el fundamento de toda nuestra lucha contra el pecado y de todo nuestro progreso en la santidad.

En segundo lugar, la vida cristiana es una experiencia que mezcla el «ya» y el «todavía no» en lo que respecta a esta posición e identidad libre de pecado en unión con Cristo. Lo que le sucedió a Cristo Jesús –y a nosotros en Él— Dios lo aplica sobre nosotros no todo a la vez en su total plenitud, sino una parte ahora completamente, una parte ahora progresivamente, y todo en su plenitud en el siglo venidero. Ya hemos sido completamente perdonados, absueltos y declarados justos, y hemos sido justificados en nuestra unión con Cristo solo por la fe. Y ya hemos sido liberados de la esclavitud al pecado, es decir, del poder del pecado como fuerza directiva que define nuestras vidas. Y ya somos capaces, por la fe, de salir cada vez más triunfantes sobre el pecado en nuestra vida diaria.

Sin embargo, aún no hemos sido perfeccionados en nuestra experiencia terrenal de todos los días. Debemos pelear la buena batalla de la fe y llegar a ser en la experiencia, por la fe, lo que ya somos perfectamente en nuestra unión con Cristo. 

Si eres cristiano, Dios creó una unión entre tú y Cristo. Debido a esta unión, tú moriste con Cristo cuando Él murió. Debido a que ya moriste, ahora, en tu identidad más plena y verdadera (es decir, en tu unión con Cristo) eres libre de la culpa y del poder del pecado. Y debido a esta posición e identidad inquebrantables, ya has sido justificado, y ciertamente estás siendo santificado. Pero aún no has sido perfeccionado. Por lo tanto, confirma esta gran transacción reconociéndote como lo que realmente eres en Cristo. 

>> ¿Aún no estás seguro de haber recibido vida nueva en Cristo? Descubre cómo recibirla aquí.

© 2000 Desiring God. Este mensaje es una adaptación y traducción de «United With Christ in Death and Life, Part 1», disponible en inglés en DesiringGod.org. Usado y traducido con permiso. 

John Piper es el fundador de Desiring God y autor de más de 50 libros. Sirvió durante 33 años como pastor principal de Bethlehem Baptist Church en Minneapolis, Minnesota.