La desobediencia puede parecer un tema poco común para una reunión de oración; sin embargo, ese fue el mensaje que Dios puso en el corazón de Will Graham cuando se dirigió a una gran multitud en el Desayuno de Oración de las Montañas Ozark, en Branson (Missouri), con motivo del Día Nacional de Oración 2023.
En un mensaje que tituló «El 99% de obediencia es el 100% de desobediencia», Graham explicó las circunstancias de la historia en 1 Samuel 15. En el pasaje, Dios ordenó a Saúl «ve y ataca a los amalecitas ahora mismo. Destruye por completo todo lo que les pertenezca» (1 Samuel 15:3, NVI). El Señor había decidido traer juicio sobre los amalecitas por todo lo que habían hecho contra Dios.
Saúl hizo casi todo lo que se le dijo, pero desobedeció parcialmente: le perdonó la vida a Agag, el rey de los amalecitas, y él y su ejército preservaron lo mejor del ganado y todo lo que era de valor a fin de usarlo en los sacrificios a Dios (1 Samuel 15:9,15).
Esto entristeció al profeta Samuel, quien se enfrentó a Saúl diciéndole:
«¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros».
1 Samuel 15:22, NVI
Graham recordó las palabras de Bob Pierce, fundador de World Vision y Samaritan’s Purse, que dijo célebremente: «Que mi corazón se rompa por las cosas que rompen el corazón de Dios».
Después de decir esto, Graham ayudó a la audiencia a aplicar esta enseñanza en sus propias vidas.
«La desobediencia aflige el corazón de Dios, y hay algunos de ustedes aquí hoy que están afligiendo el corazón de Dios. ¿Te duele el corazón cuando ves desobediencia en tu propia vida?», preguntó.
«Dios llora por nuestra nación. Llora por nuestras iglesias. Llora por nuestros hogares. Llora por nosotros porque somos un pueblo desobediente».
Y continuó: «Hoy es común que culpemos a los demás de nuestra propia desobediencia. Que culpemos a otros. Que culpemos a las normas. Que culpemos al gobierno. Que culpemos a la mala situación en la que nacimos. Que culpemos a la economía. Que culpemos a nuestros padres. Que culpemos a alguien, o que culpemos a todos, de nuestra desobediencia».
El problema, como señaló Graham, es que esta desobediencia aleja a la gente de Dios y endurece sus corazones para no permitir que Él nos guíe.
«La desobediencia hará que te separes de Dios. Hará que te alejes cada vez más de Dios, hasta que ya no puedas oír a Dios o ya no quieras escuchar a Dios», dijo. «Puede que ése sea el caso de algunos de los que están aquí ahora mismo. Dios está lejos de tu vida. Dios no es el centro de tu vida».
«Quizá digas: “He estado orando, pero no oigo nada de parte de Dios. Dios no me habla”», continuó. «Amigo mío, no es Dios. Somos nosotros. Somos nosotros los que nos movemos, los que nos vamos, los que seguimos nuestro propio camino en lugar de seguir las cosas de Dios».
Al girar la conversación del problema al remedio, Graham dijo: «Hemos sido llamados a arrepentirnos. ¿Cómo podemos esperar que otras personas de este mundo se arrepientan del pecado si nosotros, como cristianos, no lo hacemos primero? Como creyentes, hemos sido llamados a arrepentirnos. ¿Cuándo fue la última vez que confesaste tus pecados ante Dios? Lo que Dios quiere es un corazón arrepentido».
Sin perder nunca la oportunidad de compartir el Evangelio —incluso en una reunión para cristianos—, Graham terminó su intervención dando la oportunidad a los asistentes de volver a Jesús y tomar la decisión de seguirle.
Finalmente, concluyó con un momento final de oración.
«Oro, amigos míos, para que Dios mantenga sus corazones blandos, que los pode de vez en cuando y les quite esos callos. Nunca te sentirás decepcionado cuando Dios te haga volver al redil y siga usándote en una vida de servicio, viviendo por la fe».