«Porque en el día de la aflicción... en su templo ofreceré sacrificios de alabanza y cantaré salmos al Señor». —Salmos 27:5-6
Los cristianos no son totalmente inmunes a la depresión. La verdad es que la evolución de los acontecimientos actuales y la creciente marea del mal son suficientes para darle a uno pensamientos solemnes, sea uno cristiano o no. David, el gran cantante de Israel, no siempre pudo controlar su depresión. A veces su canción alegre se convertía en un lamento depresivo. «Mis lágrimas son mi pan de día y de noche, mientras me echan en cara a todas horas: “¿Dónde está tu Dios?”… ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar?» (Salmo 42:3,5). Veo que la cura para la depresión es alabar. En otras palabras, ocúpate tanto en agradecer todo lo bueno que tienes, de tal forma que los pensamientos de tristeza y desesperanza sean desplazados.