«Reconozcan que el Señor es Dios; Él nos hizo, y somos suyos». —Salmos 100:3
Siempre que alguien me pregunta cómo puedo estar tan seguro de quién y qué es Dios realmente, me recuerdo de la historia de un niño que hacía volar su cometa. Era un buen día para volar cometas, había un fuerte viento y grandes nubes onduladas se movían en el cielo. La cometa subió y subió hasta que las nubes la cubrieron por completo.
—¿Qué haces? —le preguntó un hombre al niño.
—Estoy haciendo volar una cometa —respondió.
—Haciendo volar una cometa, ¿de verdad? —el hombre cuestionó—. ¿Cómo puedes estar seguro? No puedes ver tu cometa.
—No —respondió el niño—. No puedo verla, pero de vez en cuando siento un tirón, ¡así que estoy seguro de que está allí!
No te conformes con la palabra de otros acerca de Dios. Encuéntralo por ti mismo y entonces tú también estarás seguro de que, mediante el maravilloso y cálido tirón en tu corazón, Él está allí.