«… amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce (…) Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano». —1 Juan 4:7,21
Si quieres saber la dimensión de tu amor a Dios, solo observa tu amor a tu prójimo. Nuestra compasión por los demás es un indicador preciso de nuestra devoción a Dios.
Hace un tiempo, fui a un museo en San Francisco con unos amigos. Entre otras cosas, vimos una colección de instrumentos de tortura que eran empleados por religiosos para obligar a otras personas a creer lo mismo que ellos. La historia es, en gran parte, el registro de la crueldad del ser humano hacia sus semejantes.