«Anden en el Espíritu, y así jamás satisfarán los malos deseos de la carne». —Gálatas 5:16, RV2015
Andar en el Espíritu es un ejercicio desafiante e inspirador, ya que combina la actividad y la relajación. Andar significa poner un pie al frente del otro. Si dejas de hacer eso, ya no andarás, te detendrás. Andar siempre implica movimiento, progreso y dirección. El pecado ya no te gobierna ni te domina cuando permites que el Espíritu Santo viva la vida de Cristo a través de ti. Eso es vivir por la fe: vivir por la confianza, vivir en total dependencia de Dios.
Si miramos nuestros propios recursos, nuestra propia fuerza o nuestra propia capacidad, como Pedro lo hizo cuando caminó sobre el agua, fracasaremos. No puedes vivir la vida de Cristo por tu cuenta. El Espíritu Santo tiene que vivir en ti y expresarse a través de ti. Vivir para Cristo es una experiencia diaria. Es una dependencia continua del Espíritu de Dios. Es creer en su fidelidad.