Dios sin límites

Millones de personas en el mundo podrían ir a la playa y extender las manos para recolectar el agua del mar. Todos podrían recolectar toda el agua que quisieran, toda la que necesitaran, y aun así el mar no cambiaría. Su fuerza y su poder serían los mismos, la vida en sus insondables profundidades continuaría inalterada, aunque haya suplido las necesidades de cada persona que extendía las manos a lo largo de las orillas.

Lo mismo sucede con Dios. Él puede estar en todos lados a la vez. Por ejemplo, puede atender a las oraciones de todos los que claman en el nombre de Cristo; puede llevar a cabo los poderosos milagros que hacen que las estrellas se mantengan en su lugar y puede hacer que las plantas broten de la tierra y los peces naden en el mar. No hay límite para Dios. No hay límite para Su sabiduría. No hay límite para Su poder. No hay límite para Su amor. No hay límite para Su misericordia.

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