La necesidad más básica de un hogar cristiano feliz es que en él se practique el amor. Los hogares que se formaron sobre la base de la atracción física y la lujuria están destinados a desmoronarse y perecer. El amor es la fuerza cohesiva que mantiene unida a la familia. El amor verdadero contiene un elemento de misterio espiritual puesto que representa la lealtad, la perseverancia y el entendimiento.
El amor impone una enorme responsabilidad en los miembros de una familia, pero es una responsabilidad acompañada de recompensas gloriosas. La Biblia afirma: «Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella» (Efesios 5:25). Dios nos llama a amar de esta forma. ¿Cómo amó Cristo a la iglesia? La amó a pesar de sus defectos, sus errores y sus debilidades. El amor verdadero no se extingue. Ama a pesar de defectos de personalidad, imperfecciones físicas y peculiaridades mentales. El amor es profundo, perdurable y eterno. Nada puede traer una sensación de seguridad en el hogar como el amor verdadero.