«De su boca provienen el saber y el entendimiento». —Proverbios 2:6, NTV
No es de extrañar que la Biblia siempre ha sido el libro más vendido en el mundo. Ningún otro libro puede acercarse a su profunda sabiduría, su belleza poética o la exactitud de su historia y profecía. Críticos que afirmaban que la Biblia estaba llena de falacias, ficciones y promesas incumplidas han descubierto que los problemas estaban en su propio entendimiento y no en la Biblia. Estudios más detallados y minuciosos han mostrado que las aparentes contradicciones surgieron a raíz de traducciones incorrectas, en lugar de inconsistencias divinas. Era el ser humano, y no la Biblia, el que necesitaba corrección. Sin embargo, en muchos hogares y entre personas que tienen cierto nivel educativo se ha puesto de moda bromear sobre la Biblia y considerarla más como un atrapa polvo que como la Palabra viviente de Dios. Varias familias han usado la Biblia como un lugar seguro para guardar cartas antiguas y flores secas. Han ignorado por completo el poder incomparable, la ayuda y las promesas de Dios que se están perdiendo al no leer sus páginas.
Dios todopoderoso, te alabo por la autoridad de tu Palabra, que me habla de redención, de cómo vivir la vida, y de la paz y la vida eterna que me espera contigo en la eternidad.