«Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros». —Romanos 5:8
Al estar frente a la cruz de Cristo, vemos una gloriosa demostración del amor de Dios. Pablo escribió a los cristianos de Roma: «Como éramos incapaces de salvarnos… Cristo murió por los malvados». En la experiencia humana, es algo raro que una persona dé su vida por otra, incluso si esta última es una buena persona, si bien es cierto que ha habido algunas que han tenido el valor de hacerlo. Sin embargo, la prueba del asombroso amor de Dios es la siguiente: «… que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:6-8).
Una hermosa joven, líder de sociedad, nos vino a visitar a mi esposa y a mí. Se había convertido a Cristo en una de nuestras cruzadas y estaba absolutamente radiante tras su transformación. Ya había memorizado decenas de versículos de la Biblia y estaba tan llena de Cristo que nos sentamos durante dos horas para escuchar su emotivo testimonio. Una y otra vez decía: «No entiendo cómo Dios pudo perdonarme. He sido una pecadora tan malvada. Simplemente no puedo entender el amor de Dios».