«Pero gracias a Él ustedes están unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría». —1 Corintios 1:30
Yo creo que tenemos que recibir toda la educación que podamos, pero jamás convertirla en nuestro dios. John Dewey una vez definió la educación como la reconstrucción sistemática y significativa de experiencia; sin embargo, gran parte de la educación moderna excluye a Dios. Lo que realmente estamos haciendo es reconstruir nuestros pecados. Expandimos nuestros pecados, los ampliamos e incluso los multiplicamos.
Necesitamos educación, pero no solo para la mente y el cuerpo; sino también necesitamos educación para el espíritu. El ser humano tiene espíritu; y en nuestro sistema educativo actual necesitamos un énfasis espiritual. Si educamos a una generación que carece de la sabiduría que Dios puede dar, esas personas podrían convertirse en salvajes y tontos «educados». «El comienzo de la sabiduría y de la educación es el temor del Señor» (Proverbios 9:10). Asegurémonos de que nuestra roca firme es Dios mismo.