«Por tanto hermanos, […] presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes». —Romanos 12:1, NBLA
En un libro llamado The Age of Longing [La era del anhelo] leemos que una señorita estadounidense se casó con un revolucionario radical en París. Ella había perdido su fe en una universidad de Estados Unidos, había olvidado su fe religiosa y todas las cosas que sus padres le habían enseñado. Le preguntaron por qué se había casado con él. Ella respondió: «Es la primera persona que he conocido que cree algo con suficiente fuerza como para morir por ello. Aunque no creo exactamente lo mismo que él, me atrajo este hombre que había encontrado una causa». Me parece que los jóvenes de hoy están buscando una causa, y no algo fácil.
Hace algunas décadas, un universitario en Moscú le dijo a uno de mis colegas: «Ustedes, cristianos, dicen que van a ganar el mundo, pero nosotros hemos hecho más cosas en 50 años de lo que ustedes han hecho en 2000 años. ¿Y saben por qué? Es porque no son dedicados. Nosotros, sí lo somos. Y ganaremos, ya lo verán».
Miro mi dedicación a ti, Jesús, mi Señor y Salvador, y me avergüenzo; Tú lo diste todo por mí. Ayúdame a siempre vivir totalmente entregado en amor por ti.