Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo”. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. —Mateo 5:43-45
Cuando H. G. Wells resumió la influencia de Jesús en la historia, afirmó: “Es de extrañar que este galileo sea demasiado para nuestros pequeños corazones?”. Y, sin embargo, el corazón del ser humano, aunque es pequeño, es lo suficientemente grande para que Cristo viva en él si este hace espacio para Él. Cristo inculcó el espíritu de amor cristiano en Sus seguidores, para que vivieran sin malicia y murieran sin rencor. El amor del que Cristo habló solamente Dios puede dárnoslo. Es uno de los frutos del Espíritu. Cuando vienes a Jesucristo, Él te transforma. Tu pasado es perdonado. Recibes un poder para amar a las personas, más allá de tu capacidad natural de amar.