«Los siervos de Dios... lo verán cara a cara...». —Apocalipsis 22:3-4
Una de las mayores satisfacciones de ser cristiano es la gran esperanza que tenemos y que va más allá de la tumba, apuntando hacia la gloria del mañana de Dios.
Una niña corría hacia un cementerio cuando comenzaba a caer la oscuridad de la noche. Se cruzó con un amigo, quien le pregunto si ella no tenía miedo de ir a un cementerio en la noche. «Claro que no —respondió ella—, yo no tengo miedo. ¡Mi casa está al otro lado!».
Nosotros los cristianos no tenemos miedo de la noche de la muerte porque nuestro hogar celestial está «justo al otro lado». La resurrección de Cristo cambió la medianoche del dolor a un amanecer de reunión; cambió la medianoche de la decepción a un amanecer de gozo; cambió la medianoche del miedo a un amanecer de paz. Hoy mismo, la fe y la confianza en el Cristo resucitado pueden cambiar tu miedo por esperanza, y tu decepción por gozo.