«Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio». —2 Timoteo 1:7
Muchas enfermedades del cuerpo y de la mente son autoinfligidas. Por ejemplo, las úlceras gástricas a menudo son causadas por la preocupación y por la ansiedad. El agotamiento está íntimamente relacionado con los ataques cardiacos. La preocupación injustificada, el miedo, el prejuicio, el odio y la envidia pueden contribuir al estrés, que podría conducir a diversos padecimientos mentales. Por lo tanto, una forma de tener una mente sana es evitar ese tipo de pensamientos.
Sin embargo, la forma bíblica para tener una mente sana es esta: «La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús» (Filipenses 2:5). Si tienes la mente de Cristo, la preocupación será cambiada por la confianza; la enemistad por el amor; y el miedo por la fe.
A veces parece que los miedos me abruman, Señor Jesús, pero luego recuerdo tu don de poder, de amor y de una mente sana. Gracias por la promesa de sanación y de amor mientras mantengo mi mente en ti, mi amado Señor.