Una pareja de esposos visitó un orfanato donde esperaba poder adoptar a un niño. En una entrevista con el niño que ellos querían, le dijeron en términos muy atractivos sobre las muchas cosas que le podrían dar.
Para su asombro, el pequeño manifestó:
—Si no tienen nada que ofrecer excepto un buen hogar, ropa, juguetes y otras cosas que la mayoría de los niños tiene, entonces preferiría quedarme aquí.
—¿Qué podrías querer además de esas cosas entonces? —preguntó la mujer.
—Solo quiero que alguien me ame —respondió el niño.
¡Ahí lo tienes! Incluso un niño sabe que «no solo de pan vive el hombre» (Lucas 4:4). Nuestros anhelos más profundos pueden satisfacerse solamente mediante una comunión renovada con aquel en cuya imagen fuimos creados: Dios.