«… quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios...» —Juan 3:3
Una persona es salva cuando confía en que, al morir en la cruz, Cristo pagó totalmente y para siempre la pena por sus pecados; no por sensaciones corporales ni éxtasis religioso. No obstante, te preguntarás: «¿Y los sentimientos? ¿No hay cabida para los sentimientos en la fe que conduce a la salvación?». Sin duda, hay lugar para el sentimiento en la fe salvadora. No obstante, no somos salvos por ello. Cualesquiera que sean los sentimientos que tengamos, estos son el resultado de la fe salvadora; pero los sentimientos no son capaces de salvar una sola alma. El amor es un sentimiento. La alegría es un sentimiento. La paz interior es un sentimiento. El amor por los demás es un sentimiento. La preocupación por los perdidos es un sentimiento. No obstante, esos sentimientos no son lo mismo que la conversión. La única experiencia que puedes buscar y esperar es la de creer en Cristo.