«Pero ahora en Cristo Jesús, a ustedes que antes estaban lejos, Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo. Porque Cristo es nuestra paz». —Efesios 2:13,14
Las declaraciones sobre la paz que no tienen sentido no van a traer paz al mundo. En Glasgow, Escocia, vimos que los comunistas marchaban alrededor de George Square y portaban pancartas que decían: «¡Nuestro lema es la PAZ!». Mis pensamientos volvieron rápidamente a Corea, donde había visto los estragos y los sufrimientos que causaron estas personas que ahora usaban la «paz» como lema. «Paz» significa más que tres letritas blancas pintadas sobre un pedazo de tela roja que sostiene un fanático que marcha a paso de ganso en un desfile rojo. No significa un mero cese de hostilidades, una interrupción temporal en una guerra, ya sea fría o candente. Por el contrario, es algo positivo. Es una relación específica con Dios que desarrolla una persona; una realidad espiritual en un corazón humano que ha entrado en contacto vital con el Dios infinito.