«… los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo». —2 Pedro 1:21
Aunque uno puede inspirarse de cada porción de las Escrituras, es mejor tener una comprensión general de la estructura de la Biblia para sacar el máximo provecho de ella. El Antiguo Testamento habla de la historia de la nación de Israel. De esa nación salió Jesucristo, el Salvador del mundo. El Nuevo Testamento habla de la historia de un Hombre, el Hijo de hombre, el Salvador. Dios mismo se hizo hombre, para que podamos conocer cómo es Él. Su aparición en la tierra fue el acontecimiento central y el más importante de la historia. El Antiguo Testamento expone los antecedentes de ese acontecimiento; el Nuevo Testamento narra la historia de su cumplimiento. En ambos Testamentos encontrarás una unidad de pensamiento y de propósito que indica que una sola mente inspiró la escritura del todo.