«Respondió el Señor: ¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente…?» —Lucas 12:42
No es malo que las personas posean riquezas. Sin embargo, la Biblia advierte que el dinero no puede comprar la felicidad. El dinero no puede comprar el verdadero placer. El dinero no puede comprar la paz del corazón. Sin duda alguna, el dinero tampoco puede comprar la entrada al reino de Dios. Muchas veces, el dinero es incluso un obstáculo para estas cosas. El dinero distrae nuestra mente de Dios. Las riquezas, cuando se usan de manera egoísta y no para la gloria de Dios, tienden a corromperse en nuestras manos. El dinero no puede ser un sustituto de Dios. Si Dios te ha dado a ti más riquezas que a tus vecinos, dedícalas a Cristo. Comprende que solo tú eres el administrador de eso que Dios te ha dado y algún día tendrás que dar cuentas de cada centavo que has gastado. El servicio de impuestos de cada país lleva un registro de cómo gastas tu dinero, sin embargo, eso no se compara en nada con la perfecta contabilidad que lleva Dios.
Padre, quiero ser un administrador fiel de todo lo que me has dado. Hazme constantemente consciente de tu guía para que pueda gastar sabiamente todos los recursos que me has confiado.