«Nuestra esperanza es la vida eterna, la cual Dios, que no miente, ya había prometido antes de la creación». —Tito 1:2
La vida es una gloriosa oportunidad si la usamos con el fin de prepararnos para la eternidad. Si fallamos en eso, aunque tengamos éxito en todo lo demás, nuestra vida habrá sido un fracaso. No hay escapatoria para la persona que desperdicia su oportunidad de prepararse para conocer a Dios.
Nuestras vidas son inmortales. Dios hizo al ser humano diferente de las demás criaturas. Lo hizo a su propia imagen: un alma viviente. Cuando este cuerpo muera y nuestra existencia terrenal termine, el alma vivirá para siempre. Dentro de mil años estarás más vivo de lo que lo estás en este momento. La Biblia enseña que la vida no termina en el cementerio. Hay una vida futura con Dios para aquellos que ponen su confianza en su Hijo, Jesucristo.
¡Gracias, Señor, por la vida eterna en Cristo y por la paz que viene sobre mí por esa promesa triunfante! Ayúdame hoy a transmitir esta gozosa noticia a quienes me rodean.