«Todo lo que se escribió en el pasado se escribió para enseñarnos…» —Romanos 15:4, NTV
En las maravillas de la naturaleza, vemos las leyes vigentes de Dios. ¿Quién no ha mirado las estrellas en una noche sin nubes y se ha maravillado en asombro silencioso ante la gloria de la obra de Dios? ¿Quién no se ha sentido, con el corazón lleno de ánimo renovado en primavera mientras contempla toda la creación, que estalla de vida nueva y vigor?
En la hermosura y en la abundancia que nos rodea, vemos la magnitud del poder de Dios y los infinitos detalles de su planificación. Sin embargo, la naturaleza no nos dice mucho acerca del amor de Dios o de su gracia. La conciencia ciertamente nos habla en nuestro ser más íntimo de la presencia de Dios y de la diferencia moral entre el bien y el mal; sin embargo, el mensaje está incompleto. Es solo en las páginas de la Palabra de Dios revelada, es decir, la Biblia, que encontramos un mensaje claro e inconfundible, y en en esta verdad revelada se basa todo cristianismo verdadero.