«El que camina en justicia... éste habitará en las alturas». —Isaías 33:15-16, RVR1995
Tener una conducta pura también incluye ser honesto e íntegro en el trato con nuestros semejantes. Un cristiano tiene que ser conocido en su barrio o lugar de trabajo como una persona honesta, en quien se pueda confiar. Jesús señaló: «Bienaventurados los de limpio corazón» (Mateo 5:8, RVR1995). ¿Quieres ser feliz? Entonces, aplica esta bienaventuranza a tu corazón. Aprópiate de ella.
Los limpios de corazón son los únicos que saben lo que significa ser supremamente felices. Sus corazones son puros delante de Dios y, como resultado, también son puros delante de sus semejantes. Son felices porque, al poseer a quien es todo y en todo, no tienen por qué envidiar los bienes terrenales de las personas. Son felices porque no envidian el elogio de otras personas. Dado que no son enemigos de nadie, a nadie consideran sus enemigos. El resultado es la paz con Dios y el mundo.