«... para que la fe de ustedes no dependiera de la sabiduría humana, sino del poder de Dios». —1 Corintios 2:5
La palabra «misterio» se emplea muchas veces en la Biblia. Algunos de los misterios del pasado han sido comprendidos por la ciencia; otros, todavía desconciertan a la humanidad. La realidad es que toda la sabiduría acumulada a través de la historia es solo es un rasguño en la superficie de nuestra búsqueda de conocimientos sobre el universo. En general, Dios retiene sus secretos, y el ser humano, aun en el punto máximo de su inteligencia, puede comprender solamente una pequeña fracción de las obras del Señor.
Esa incapacidad de entender completamente los misterios de Dios de ninguna manera disminuye la fe cristiana. Por el contrario, la aumenta. No entendemos el patrón complejo de la dirección que siguen las estrellas, pero sabemos que el que las creó sí lo entiende y que, así como Él las guía, está trazando un plan seguro para nosotros. Un «misterio» de la Biblia es una verdad previamente oculta que ahora es divinamente revelada, pero en la cual se desconoce un elemento sobrenatural a pesar de la revelación.