«Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo... y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz». —Isaías 9:6
Para los cristianos, la alegría de la Navidad no se limita al nacimiento de Jesús. Está forjada aún más con el triunfo de su muerte y su resurrección, que es lo que le dio sentido a su nacimiento. El misterioso espíritu de generosidad que nos posee en Navidad es el resplandor del Calvario. La verdad de la cruz ilumina este día y lo santifica. Cuando intercambiemos nuestros regalos, recordemos que son simbólicos del regalo indescriptible del amor de Dios.
No creo que los cristianos deban darse regalos costosos. Debemos preferir regalos pequeños y sencillos que expresen nuestro amor y devoción a los destinatarios. Estos regalos se convierten en el símbolo del regalo del amor de Dios. ¡Cuánto dinero podrían ahorrar e invertir en el reino de Dios las familias cristianas cada año si vieran el verdadero significado de la Navidad!