«¡Gracias a Dios por su don inefable!». —2 Corintios 9:15
Un regalo no es regalo a menos que sea aceptado. Dios te ha dado a su Hijo, pero la posesión está condicionada a la aceptación. Dios no nos impone su regalo, pero nos pide que recibamos por fe el regalo de su Hijo, Jesucristo. Una persona que deliberadamente rechaza lo que Dios ofrece: amor, misericordia y perdón, está perdida. Mucha gente recibe un regalo con agradecimiento cuando se lo dan con amor. El pecado más grande que una persona puede cometer es rechazar el amor de Dios.