En nuestros días, gran parte del mundo cree poco o nada. Las personas son abiertas pero superficiales. El agnosticismo, la ansiedad, el vacío y el sinsentido se han apoderado de la mayoría de las personas en el mundo, e incluso de algunos en la iglesia. Nuestra juventud está buscando desesperadamente un propósito y un sentido para sus vidas; buscan la satisfacción que no encuentran en el sexo ni en las drogas. En cambio, los antepasados peregrinos de los Estados Unidos se presentaban como ejemplos brillantes de hombres que eran cerrados pero profundos, seguros de lo que creían, con fidelidad inamovible y dedicados de forma apasionada al Dios en el que confiaban y por quien hubieran muerto voluntariamente. Hoy te digo, más de 350 años después de que los Padres Peregrinos desembarcaran en el Nuevo Mundo: sueña en grande, adopta grandes principios, renueva tu esperanza, pero, sobre todo, como ellos, cree en el Cristo que es el único que puede darle un sentido total y una meta final a tu vida. «Puesto que en Él vivimos, nos movemos y existimos».