«... a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito han sido llamados». —Romanos 8:28, RV95
Nunca habríamos disfrutado de las canciones de Fanny Crosby si ella no hubiera sufrido de ceguera. George Matheson nunca le habría dado al mundo su canción inmortal «O Love That Wilt Not Let Me Go» (Oh, amor que nunca me soltará) si no hubiera pasado por el horno de la aflicción. El himno «Aleluya» fue compuesto por George Frederick Händel cuando estaba en la miseria y su brazo y lado derecho estaban paralizados. La aflicción puede servir para nuestra edificación y nuestro crecimiento como cristianos. La enfermedad es una de «todas las cosas» que cooperan para el bien de quienes aman a Dios. No guardes resentimiento por ello. No te amargues por ello.