Tenemos que fijar firmemente esta verdad en nuestras mentes: vivimos en un mundo al revés. Las personas odian cuando deberían amar; discuten cuando deberían ser amigables; pelean cuando deberían estar en paz; se hieren cuando deberían sanar; roban cuando deberían compartir; hacen mal cuando deberían hacer bien. Una vez vi un payaso de juguete que tenía peso en su cabeza. Sin importar en qué posición lo pusieras, siempre se daba la vuelta. Lo podías poner de pie o de lado, pero cuando lo soltabas, se volteaba hacia atrás sobre su cabeza. ¡Las personas tercas son exactamente así! Puedes hacer lo que sea con ellos, pero siempre regresarán a una posición invertida. Por eso los discípulos eran raros para el mundo. Una persona que está boca abajo ve a otra persona que está boca arriba como si estuviese boca abajo. Un pecador ve a una persona recta como si fuese rara y anormal. La bondad de un cristiano es una reprimenda para los malvados; estar boca arriba es una reflexión sobre la posición al revés en la que está el mundo.